Entrevista

«El chaval principeras» o la revindicación más «fetén» del argot cheli

El periodista Álvaro de Benito ha traducido el clásico de Sant-Exupéry al cheli, un sociolecto que no se habla en Madrid desde el siglo XX pero del que queda mucho

El periodista Álvaro de Benito escogió " El Principito" como el instrumento perfecto para dar visibilidad al cheli
El periodista Álvaro de Benito escogió " El Principito" como el instrumento perfecto para dar visibilidad al cheliGonzalo Pérez MataLa Razón

«Fetén», «dabuten», «keli», «menda» o algunas terminaciones en «ata», son resquicios que aún perduran del cheli a día de hoy. Un sociolecto tendría su origen varios siglos atrás, en esas hablas más tradicionales y más castizas del Madrid del siglo XVIII, del costumbrismo del XIX y fuertemente reforzado a principios y mediados del siglo XX, sobre todo en barrios como Chamberí, Vallecas, Carabanchel o Malasaña. Encontrándose más cerca de ser un argot, es en definitiva, una seña de identidad de ese Madrid que ya no existe.

Con el único objetivo de recordarlo, como algo que existió y que aún queda latente en la lengua cotidiana, al periodista Álvaro de Benito le surgió la idea de traducir «Le petit prince» al cheli. Una estricta traducción, autorizada por la Fundación Antoine De Saint-Exupéry, quien aún posee los derechos de autor, con la que ha tratado de no «marginalizar» al protagonista, empleando un lenguaje muy cuidado con el que mantiene su esencia original. «Una de las ventajas del cheli es que hay muchas palabras para definir algo, entonces te da la posibilidad de elegir y yo, personalmente, he mirado mucho para que este no fuese hiriente», asegura de Benito a LA RAZÓN.

En noviembre lo hizo primero con la palra d’El Rebollal, un dialecto del leonés que quedó aislado en cinco municipios del sur de Salamanca. De la idea de dar espacio a cosas minoritarias y no tan populares; y dar visibilidad a dialectos, idiomas o artes de estas características, este apasionado de la lingüística y los idiomas decidió crear la editorial Desde Tuma y profesionalizar así una afición. «Creí que El Principito era un buen instrumento para dar a conocer ese patrimonio lingüístico. Es un libro muy corto, universal y que colecciona la gente», confiesa, y asegura que a pesar de haberse publicado en el mes de mayo, «el tiempo me ha dado la razón, porque ya ha habido gente que lo ha polarizado y que cuando se hace ruido con este libro, se hace mucho». Y es que hay que tener en cuenta que el original ha sido traducido a 507 dialectos diferentes y este ha sido uno más con el que lejos de hablar de la obra en sí, «creo que de ello podemos hablar en cualquier momento, hablar del cheli por mucha polémica que haya, siempre será mejor para potenciar su visibilidad», confiesa de Benito.

El periodista Álvaro de Benito es un apasionado de la lingüística y los idiomas
El periodista Álvaro de Benito es un apasionado de la lingüística y los idiomasGonzalo Pérez MataLa Razón

A pesar de haber nacido en los 80 y coincido con ello durante quince años de su vida, este contexto no ha sido suficiente para llevar a cabo una traducción «fetén». Esta fue la primera dificultad que encontró y es que tuvo que rescatar estudios filológicos, artículos periodísticos, leer revistas o ver películas de la época para ampliar ese léxico tan amplío. Fue entonces cuando se encontró con grandes nombres, como el del periodista Luis Carandel, el lingüista Fernando Lázaro Carreter o al escritor Paco Umbral hablando del mismo. Este último, fue además el primer creador que se conoce de un diccionario de cheli en 1983 y que trece años más tarde fue ampliado por el mismísimo Ramoncín. Sin olvidar el discurso a los rockeros del por entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, y que es una clara muestra del cheli: «Rockeros, quien no esté colocado que se coloque y al loro», decía. Precisamente, que personajes de tal nivel hablasen de este socialecto demuestra la importancia que tuvo en aquellos años.

Primera obra en cheli

Pero no es «El Chaval Principeras» la primera obra escrita en este sociolecto. Esta fue la traducción que hizo en 1994 del Nuevo Testamento el capellán de la cárcel de Carabanchel y que tituló como «El Chuchi, los colegas y la basca». En esta ocasión, cómo titularlo también ha supuesto un quebradero de cabeza para de Benito, partiendo de la base de que quiso traducir sobre el original, «Le Petit Prince», y que se encontró con que «me gustaba hacer el juego de palabras porque nunca he tenido claro si en el original primaba la palabra “pequeño” o “príncipe”», confiesa. Por esto optó por elegir dos adjetivos juntos, «chaval» y «principeras» para que cada uno eligiese. Para el periodista, la traducción que se hizo en España a «El Principito» es «demasiado libre» en comparación con cómo se hizo en Latinoamérica, la opción más cercana al original y que titularon como «El pequeño príncipe». Para esta edición se ha tomado la libertad de cambiar los números romanos que enumeran los capítulos del original por arábigos porque consideraba que «pegaban más con el cheli». Lejos de más diferencias, esta nueva edición conserva la misma portada y disposición que la original y las acuarelas del autor vienen anunciadas como «con los garrapatos fetén del menda».

En definitiva, un homenaje con el que pretende dar a entender que la lingüística no solo la forman idiomas y dialectos, también sociolectos o variantes del habla y que el no estén circunscrito a una evolución en los siglos, como puede ser un dialecto o un idioma, sí que tiene su recorrido. Madrid lo tuvo, forma parte de la identidad madrileña y aún queda mucho de ello. Y no hay mejor frase para acabar que cómo se diría en cheli: “Acoi va mi bajini, que es mazo chupito: solo con el izquierdo se puede junar dabuten; lo esencial no se puede junar con los acais” o lo que es lo mismo, la tan conocida frase: “Aquí va mi secreto, es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.