Así es el nuevo carril bici en el Paseo de la Castellana de Madrid

Son más de cuatro kilómetros, si sumamos los dos sentidos, entre Raimundo Fernández Villaverde y plaza de Castilla, en pleno Madrid. Se trata del tramo más largo del carril bici de la Castellana y que, desde este pasado lunes, ya está siendo utilizado por los usuarios.

La pregunta habitual en estos casos: ¿se usará? Y, yendo más al fondo del asunto, ¿es Madrid una ciudad, por fin, habituada a las dos ruedas, tanto en lo que respecta a los ciclistas como a los conductores? Según estima el Área de Medio Ambiente y Movilidad, este carril permitirá incrementar hasta 4.000 los viajes diarios en bicicleta a lo largo de todo el eje, 3.000 más de los que se contabilizan actualmente. Además, se calcula que se producirá un trasvase del vehículo privado y la moto a la bici de hasta 1.400 viajes diarios, de acuerdo al delegado del Área, Borja Carabante. Eso debería traducirse en una reducción acumulada de más de un millón de kilómetros anuales en coche, de 187 toneladas de CO2 y 319.000 kilogramos de NOx.

En todo caso, lo que sí parece evidente es que, de algún modo, el mapa de la movilidad de la capital ha iniciado su transformación. Este nuevo carril está llamado a ser el eje vertebrador de la movilidad ciclista de Madrid. Y es que desde la Castellana nacerán o confluirán otros viales destacables destinados a la micromovilidad. Hablamos de trece kilómetros que discurrirán desde Atocha hasta Plaza de Castilla: una de las arterias que, si no la que más, que soporta una mayor carga de tráfico.

Con todo, los coches no serán del todo expulsados. En principio, no se producirán alteraciones en la capacidad circulatoria de la vía, ya que el carril ciclista se ha construido mediante una reordenación de la banda de aparcamiento, manteniendo el mismo número de carriles existentes en la actualidad. Y en lo que respecta, precisamente, a las plazas de aparcamiento, el Ayuntamiento eliminará 134, si bien modificará el actual aparcamiento en batería por el de línea para compensar las pérdidas. La convivencia de modelos es la fórmula a seguir. Y posiblemente, la única.