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Solidaridad

Darío Fernández, el madrileño que ha nadado alrededor de Manhattan por su madre

Darío Fernández, con casi 50 años, es el primer madrileño en completar los 46 kilómetros y por una causa solidaria

Darío Fernández, el madrileño que ha nadado al rededor de Manhattan por su madre Cedida

Hace un año, el nadador amateur Darío Fernández se hacía viral al cruzar el Canal de la Mancha por una buena causa. Su motivación solidaria consistía en recaudar fondos para los cuidados paliativos. Su madre había estado ingresada en el hospital de la Cruz Roja San José y Santa Adela, y para él era una forma de devolver a la Sanidad pública madrileña el gran trato recibido.

El pasado domingo, ya camino de los 50 años, Darío protagonizaba otra gesta: nadar los 46 kilómetros de la circunvalación de la isla de Manhattan, en Nueva York, distancia que completó en 8 horas y 24 minutos. Ha sido el primer madrileño en hacerlo. Como él mismo cuenta a LA RAZÓN, cada nadador que quiera intentar esta hazaña tiene que inscribirse en la Federación de aguas abiertas local, además de presentar un experimentado currículum como nadador de larga distancia. «Además me consta que valoran positivamente que lo hagas apoyando una cusa noble», apunta este madrileño afincado actualmente en Irlanda.

Sobre este particular recorrido, asegura sentirse un privilegiado «pudiendo disfrutar de unas vistas tan impresionantes» como el icónico «skyline» neoyorquino, además de rodear emblemas como la Estatua de la Libertad. Los puntos claves más conocidos de este nado de circunvalación son East River, Río Harlem y Río Hudson.

Darío, junto a su padre y la japonesa Ericedida

Tras esta aventura y la del Canal de la Mancha, ya ha completado dos de las travesías más prestigiosas del mundo, entre las que destaca también el Canal de Catalina, en Los Ángeles. Entre las particularidades de Manhattan, Darío recuerda que le ayudó bastante ir la mayoría del recorrido con «corriente asistida» –a favor–, salvo algún tramo en el Harlem, donde el agua estaba bastante picada y más sucia. Pero la gran ventaja de este recorrido es que las condiciones climatológicas son más predecibles, mientras que en el Canal de la Mancha «es más probable que aplacen la prueba y con poco margen de antelación». Otra de las grandes particularidades fue poder contar con los miles de turistas que presenciaban la gesta desde la popular isla, así como el tráfico naval, con el cual pudieron lidiar gracias a la kayakista japonesa que le acompañaba «para hacer de referencia, especialmente al anochecer». Afortunadamente, en estas fechas, la temperatura del agua no fue otro obstáculo. Darío huye así de las comparaciones sobre la dificultad de ambas pruebas, asegurando que cada una lleva una preparación específica, pero también deja claro que aunque la prueba del Canal de la Mancha fuesen 10 kilómetros menos, «la distancia no lo es todo».

Recorrido del nadador Darío FernándezT. NietoLA RAZÓN

Pero, sobre todo, para él esta experiencia siempre será inolvidable por haberla compartido con su padre –José Bernardo, de 76 años– quien le acompañaba en la lancha de apoyo. Tras la muerte de su madre, el deporte les ha mantenido unidos para homenajearla. Esta embarcación acompaña al nadador por si en algún momento necesita avituallamiento, asistencia o incluso cancelar la prueba, pero «en ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar», asegura este madrileño. Darío llevaba meses entrenando para esta distancia, tanto en Irlanda como en otras pruebas en Galicia.

A diferencia de la motivación solidaria del reto del Canal de la Mancha, este desafío no contemplaba fines de recaudación, sino simplemente de forma simbólica, para visibilizar y dedicarlo a los profesionales del Hospital de la Cruz Roja San José y Santa Adela y todo su servicio de Paliativos.

Sobre la recuperación de este agotador ejercicio, asegura que al día siguiente «me encontraba bien y pude visitar la ciudad, aunque ha sido un viaje exprés», decía desde el aeropuerto solo dos días después de la prueba. Para el recuerdo siempre tendrá las fotografías que tomaba su padre desde la lancha, como también recuerda las primeras noches de recuperación. «Lo más duro es no poder descansar las noches siguientes, por los dolores que acumulas en la espalda y en las piernas, pero merece la pena el esfuerzo» asegura. Una historia de sacrificio y agradecimiento por la Sanidad.