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Lucía Caihuela: «Hacer música clásica es un acto revolucionario»

La mezzosoprano madrileña ha ofrecido este 6 y 9 de marzo dos conciertos en el Festival Internacional de Arte Sacro (FIAS) de la Comunidad de Madrid

La mezzosoprano Lucía Caihuela, en una foto tomada en Madrid en septiembre de 2024.
La mezzosoprano Lucía Caihuela, en una foto tomada en Madrid en septiembre de 2024.Claudia Herrán (Cedida)

Con un videocasete en bucle de la zarzuela «El barberillo de Lavapiés», su abuela inició a Lucía Caihuela (1989, Madrid) en el mundo lírico. Lo de cantar lo traía en la sangre: lo hacía desde muy pequeña, así que luego se convirtió en la chica que siempre lleva la guitarra. Pero lo que le hizo conectar con la ópera fueron las historias: «el teatro que hay detrás, la emoción, el drama», cuenta Caihuela en una cafetería en Cuatro Caminos. Y se decidió a seguir el camino del canto cuando supo que se podía estudiar. «Me gustó porque englobaba muchas cosas que me gustaban: hacer teatro, la música, aprender idiomas», dice. Caihuela acaba de ofrecer dos conciertos (el 6 y 9 de marzo), con el foco en la música sacra española del siglo XVII, como parte del programa de la trigesimoquinta edición del Festival Internacional de Arte Sacro (FIAS) de la Comunidad de Madrid.

El primer concierto de la mezzosoprano fue el pasado 6 de marzo en la Basílica de San Miguel. Con el nombre de «Generación 1700», Caihuela actuó junto a la soprano Jone Martínez y al grupo «Il Fervore». «Este festival ha ido cogiendo un perfil y un nivel muy interesantes, desde que lo lleva Pepe Mompeán», explica Caihuela. «Pepe ha hecho mucho trabajo por promover grupos jóvenes y grupos de gente que nos hemos ido fuera a estudiar y a formarnos. Y que o bien hemos vuelto o hay gente que sigue. Él siempre tiene puesto un ojo en ver dónde está el talento nacional. Pepe ha puesto foco en esto y en la música antigua».

Caihuela está especializada en música del siglo XVII y XVIII. La mezzosoprano creció en Madrid, pero se fue a estudiar a los Países Bajos el grado superior de canto porque «es un país con una tradición muy grande de música barroca». Dice que lo que más le interesa de la época es el tratamiento de la emoción. «En el barroco, empezaron a hablar de la teoría de los afectos, que es la teoría de las emociones. Esto venía de los griegos, que decían que la música te mueve algo dentro. Y esto el moto del barroco. Dicen: tenemos que hacer que los afectos del alma se muevan y que cuando escuches algo, te emociones», explica.

«Madrid 1700» fue el nombre de su segundo concierto, ofrecido este domingo y en conjunto con L’Apothéose, un grupo con el que colabora Caihuela habitualmente. El nombre se debe a que el repertorio incluye nombres de compositores que trabajaron en Madrid en la época, como José de Nebra (1702-1768) –su compositor «favorito»– o Jaime Facco (1676 - 1753).

«En el mundo de la inmediatez, en el que todo es rápido, con TikTok, Instagram… Creo que ahora es un acto revolucionario el hacer música clásica», reflexiona Caihuela. Y continúa: «Cuando te sientas a ver una ópera o un concierto de música clásica, invita a la contemplación. Es hacer un arte que va a otro ritmo de la vida. Antes todo iba más lento, la gente tenía más tiempo, se sentaba a ver una ópera».

Caihuela destaca que ir a un concierto sinfónico o a una ópera es un acto de meditación. «La música tiene esa cosa que te sugiere otras, te saca emociones que de otro modo no conocías». Esto guarda relación, en su opinión, con el público que acude, algo más mayor pero que cada vez atrae a más público joven.

En ese sentido, la madrileña cree que la gente «descubre música clásica cuando es mas mayor, cuando estás en una etapa más contemplativa de la vida». Ahora, una persona joven, añade Caihuela, «busca la inmediatez, lo rápido y puede pensar que es aburrido, aunque a mí algunos también me lo parecen», dice bromeando.

Pero opina: «El público es el que es. No estoy obsesionada con que tenga que haber siempre gente joven los conciertos. Es algo que cada uno va descubriendo cuando puede. Y algunos frikis que nos gusta desde jovencillos pues lo disfrutamos»

Aún así, cree que es tipo demúsica al que hace falta contextualizar. «A veces la oyes y dices: “¡Qué bonito!” Pero si además te cuentan todo lo que hay detrás, te cuentan la historia, qué está diciendo la música, te cuentan en qué contexto, qué compositor. Si te dan toda esa información empiezas a a apreciarlo de una manera diferente»

Las emociones y la voz

Caihuela desarrolló un pequeño método para cantantes en su tesis del máster. «A los cantantes nos preocupa mucho perder el control de la voz. El canto clásico es muy atlético. Hacer canto lírico es como ser como ser Rafa Nadal», bromea. Hay que mantener el instrumento. «la voz es lo que más sufre cuando hay una emoción. Es lo primero que nos afecta. Para nosotros, si cantamos un área que es demasiado triste o demasiado iracunda, podemos perder el control». Entonces, realizó un estudio sobre cómo se manifiestan las emociones en el cuerpo. «Por ejemplo, cuando estamos tristes se pone la boca de una manera. Y observando estudios científicos, psicológicos, hice unas tablas y ejercicios para entrenar la emoción en el cuerpo», dice Caihuela. «Una vez que tú entiendes cómo funciona en el cuerpo, tú puedes entrar y salir y a la voz le ayuda».