Historia

Madrid: de cárcel de Corte a Ministerio de Exteriores

Un lugar con distintos usos en el tiempo, transitado por los turistas que pasan ajenos a las penalidades que allí se vivieron

Madrid: de cárcel de Corte a Ministerio de Exteriores
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Un lugar cargado de vida. Que trabaja por España y los españoles en el extranjero y para salvaguardar los intereses de los que aquí habitan. El palacio de Santa Cruz, sede desde antiguo del Ministerio de Exteriores no siempre estuvo dedicado a estos menesteres. Más bien surgió para utilidades muy diferentes aunque igualmente necesarias. Fue prisión de la Corte durante siglos, y en ella encontraron «acomodo» personalidades tan diversas como el genial dramaturgo Lope de Vega, el político Pascual Madoz, conocido por su desamortización; el poeta Espronceda, o el el general liberal asturiano Rafael del Riego. Y si, también el bandolero Luis Candelas, que hizo de las suyas en el Madrid más castizo.

Todo surgió, al hilo de este edificio, cuando, en 1561, Felipe II había trasladado la Corte a Madrid, hasta ese momento itinerante, como mandaba la tradición y los usos en el extenso reino de Castilla. En aquel momento, Madrid carecía de una cárcel digna en la ciudad y por ello los alcaldes de la Villa utilizaban un sistema que era denominado de «Requisa Temporal», que consistía en que un edificio requisado al propietario pasaba a ser cárcel durante un periodo. Esta situación provocó que muchos vecinos perjudicados solicitaran al Concejo la construcción de una cárcel dependiente de la Villa. Por entonces, en 1541, se adquieren unas casas en la Plaza de la Iglesia de la Santa Cruz y dos años más tarde, la cárcel estaba terminada. Cabe apuntar que la Iglesia de la Santa cruz y la cárcel aparecen vinculados, ya que la Cofradía de la Caridad era la encargada de acompañar a los presos en la pena capital y hacerse cargo de todo el proceso hasta su enterramiento con un medido ritual. Todo estaba medido y ajustado a la ley. A la ley de entonces, obviamente.

Con todo, la nueva cárcel supuso un hito arquitectónico y social en la política penitenciaria de la época, no solo a nivel de España, también del resto de Europa, ya que fue construida bajo las nuevas teorías de los penalistas de la época. Personalidades como Cristóbal Chaves, Cerdán de Tallada o Bernardino de Sandoval marcaron un antes y un después en las política penitenciarias, pues proponían que se compaginara la seguridad con el respeto a las personas. En la construcción de esta cárcel de Santa Cruz se debía tener en cuenta la entrada del aire, la luz, la limpieza y que los encargados de administrar justicia pudieran desempeñar sus funciones cómodamente. En su periplo de usos administrativos, aquí se instala, siglos más tarde, el Palacio de la Audiencia. Una institución, por otro lado, que pasará a ser en 1885 el Ministerio de Ultramar; y que tras el desastre de 1898 y la independencia colonial quedará vacío hasta que en 1900 se traslade al palacio de Santa Cruz el Ministerio de Estado, que en 1938 pasara a denominarse de Asuntos Exteriores. Una cárcel que fue una más de las muchas que albergó Madrid, y donde muchos recuerdan especialmente la Cárcel del Saladero, que fue mandada construir por Carlos III y diseñada por Ventura Rodríguez. Curiosamente el nombre le viene por haber sido un matadero y saladero de cerdos. Estaba ubicada en la Plaza de Santa Bárbara, una zona donde muchos de sus humildes habitantes se dedicaban a la cría de cerdos. A principios del XIX, tras un brote de tifus en las cárceles de la ciudad, especialmente en el Palacio de Santa Cruz, se decidió trasladar a los presos de éste y otros presidios a un enclave más alejado. Se eligió el edificio del Saladero, que a partir de entonces se convirtió en la Cárcel del Saladero, aunque no estaba acondicionado para ese uso. Por ellos, la vida de los presos era penosa, incluso para los menores, que llamaban «micos». Sólo los que tenían dinero podían alquilar una celda en la «zona noble», llamada el Salón. Unas penalidades que sin duda a muchos, si lo supieran, les haría añorar las condiciones de los presos en Santa Cruz.