Palacios

La mansión del Duque del Infantado, una joya en el corazón de Madrid

Este palacio ubicado en el Madrid de los Austrias pertenece a Mahou, que pretendía convertirlo en el primer centro cultural dedicado a la cerveza

Palacio del Duque del Infantado
Palacio del Duque del Infantado. David JarDavid JarFotógrafos

Nuestro repaso por los palacios madrileños nos lleva hoy, de nuevo, a otro edificio enclavado en pleno corazón de Madrid, en este caso entre la plaza de Puerta de Moros, la calle de Don Pedro y la Carrera de San Francisco. Se trata del palacio del Duque del Infantado, cuyo aspecto, tal y como lo podemos ver hoy en día, data de mediados del siglo XVIII. Este aristócrata se estableció en Madrid en el primer tercio de dicho siglo, tras haber seguido al Rey y a la Corte a Valladolid, ocupando una residencia en la zona del Alcázar junto a San Andrés. Aunque en el mapa de Texeira de 1656 el solar ya aparece construido, lo que vemos en la actualidad podría ser una parte de un edificio mucho mayor. Según consta en la Planimetría General de Madrid de 1755, la mansión actual ocupa el primer solar de la manzana 120, que fue del convento de religiosas de Santa Ana de Juan Reinoso, del doctor Baltasar de Lorenzana y de doña Juana Calderón en 1623.

La parcela que ocupa la casa-palacio tiene una superficie de 824 m2 y una superficie construida de algo más de tres mil. Desde su origen fue concebido como una composición arquitectónica sencilla y equilibrada, muy del estilo de la sobriedad madrileña de la época. Tiene planta trapezoidal, tres fachadas realizadas conforme a los gustos clásicos de mediados del XVIII, dos pisos más semisótano, techo abuhardillado y un patio cuadrangular para ventilar e iluminar. Presenta gran desnivel entre la fachada principal y la posterior, que se resuelve con un zócalo de granito que engloba los sótanos. En las fachadas utiliza cantería en la planta baja y recercado con orejeras en la principal, diferenciando cada piso por la decoración de los huecos. La portada principal, desplazada del eje central, tiene el escudo de la Casa del Infantado sobre el dintel del balcón y da paso a un zaguán en que se encuentra una portada renacentista que procede del castillo de la Calahorra de Granada.

Palacio del Duque del Infantado. David Jar
Palacio del Duque del Infantado. David JarDavid JarFotógrafos

El edificio permaneció en manos de los descendientes de los duques del Infantado algunos años hasta su bancarrota y luego fue cambiando de dueños. En 1884 lo adquirió la familia de Fermín Abella, abogado, autor, editor e Intendente General de la Real Casa. Fermín Abella fijó aquí su residencia. De hecho, Abella, fue director y propietario de la revista «El Consultor», instalando la redacción en las dos primeras plantas y reservándose la superior para vivienda particular.

Entre septiembre y noviembre de 1936 miembros de la Agrupación Socialista Madrileña se incautaron del edificio, estableciendo una checa que fue testigo de múltiples detenciones y asesinatos, como el del diputado conservador Luis Hermida y su familia. En 1945 será Isabel Falguera y Moreno, esposa de Joaquín de Arteaga y Echagüe, XVII duque del Infantado, quien figure como compradora de la casa por 780.000 pesetas. Tanto los duques como su hijo Íñigo de Arteaga y Falguera, XVIII duque del Infantado, instalaron en la casa su domicilio y realizaron algunas mejoras. Así, trasladaron a su interior elementos renacentistas del castillo de La Calahorra de Granada, también propiedad de la familia.

Tras la muerte de Íñigo de Arteaga la casa-palacio es vendida a la Fundación Universitaria San Pablo CEU, que encarga su restauración al arquitecto José María Marsá para darle uso cultural. Años después, en 2014, es comprada por la cervecera Mahou, que tenía un proyecto para crear en su interior un museo de la cerveza. La idea era, según la propia empresa, convertir el Palacio del Infantado «en el primer centro cultural y de ocio dedicado a la experiencia en torno a la cerveza de la ciudad». «A través del Espejo» fue el nombre del proyecto elegido entre más de 160 propuestas en un certamen arquitectónico. La idea era introducir los medios tecnológicos más avanzados para ver el patrimonio histórico de Mahou San Miguel: documentos, utensilios, botellas o automóviles de reparto hasta una valiosa colección de fotografía costumbrista del Madrid del siglo XIX.

«La estructura del siglo XVIII del edificio se respetará al máximo, albergando en el patio interior un enorme espejo que reflejará el ‘skyline’ de Madrid, así como un graderío al aire libre: un anfiteatro multiusos que permitirá organizar conciertos y conferencias con las mejores vistas de la ciudad», explicaba el arquitecto en la presentación, en 2015. Sin embargo, hasta la fecha, el proyecto no se ha puesto en marcha y el edificio sigue cerrado.