Tesoro desconocido
Las Musas que llegaron a Madrid desde la Villa Adriana de Tívoli
Un conjunto escultórico espectacular que llega a nuestros días tras un azaroso viaje desde la Antigüedad clásica a Felipe V, quien se las compró a Cristina de Suecia
Ellas han vuelto a ser descubiertas. Los españoles, algunos, han reparado, hace poco más de un año, en el espectacular conjunto artístico que acompañó la cena en el Museo del Prado de los consortes de los dirigentes de la OTAN en la cumbre que tuvo lugar en Madrid. Ubicadas en altos pedestales parecidos a fustes de columnas clásicas, las Musas dan la bienvenida al visitante del Museo del Prado. Un conjunto que no tiene nada que envidiar a los que ahora se pueden contemplar en la nueva Galería de Colecciones Reales, de reciente inauguración.
Con esta selección de estatuas antiguas se subraya que la primera pinacoteca de España y una de las más relevantes del mundo, es también una colección de escultura clásica, y se vuelve a recuperar el espacio basilical para obras en mármol tal y como lo fue durante las primeras décadas de la historia de la institución. Allá cuando se decidió que este espacio albergase las colecciones reales españolas.
Las ocho estatuas de mármol fueron halladas hacia 1500 en la Villa Adriana de Tívoli, donde decoraron el escenario del Teatro de la Academia u Odeón. Su realización, a finales del reinado de Adriano (hacia 130 d. C.), se debe a dos talleres romanos que reprodujeron modelos griegos del siglo II a. C. La villa fue creada como lugar de retiro de Roma por el emperador Adriano en el siglo II. Se decía que a Adriano le disgustaba el palacio del monte Palatino de Roma, lo que le llevó a construir este lugar, donde pasó los últimos años de su vida y desde donde gobernó el imperio. Una gran corte, por lo tanto, vivió allí de manera permanente. Durante el declive del Imperio Romano, la villa cayó en desuso y quedó parcialmente en ruinas. En el siglo XVI, el cardenal Hipólito II de Este hizo que gran parte de los mármoles y estatuas de la villa se trasladara para decorar su propia residencia (Villa de Este) ubicada en las cercanías. Entre las estatuas que había aquí se citan una copia del Discóbolo de Mirón, las ocho musas de Cristina de Suecia, que hoy podemos contemplar en el Museo del Prado y posiblemente la Diana de Versalles del Museo del Louvre.
Como decíamos, este conjunto escultórico fue, hacia 1670, adquirido por la reina Cristina de Suecia y expuestas en su palacio romano. Compradas por Felipe V llegaron en 1725 al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Las Musas fueron restauradas por Ercole Ferrata, y la musa que lleva el retrato de Cristina de Suecia fue convertida en Melpómene, inicialmente esta era la musa del canto de la armonía musical, pero pasó a ser la musa de la tragedia como es actualmente reconocida. Allí está también Talía, la musa de la comedia, como indica la máscara cómica o Calíope, musa de la poesía épica y la elocuencia, que fue restaurada sin razón especial como Urania, musa de la Astronomía y la Astrología.
Un conjunto espectacular en el Museo del Prado para estas hijas de Zeus y de la Memoria (Mnemosine) y que originalmente solían cantar juntas con bella voz a los dioses en el Olimpo o proporcionar inspiración divina a los poetas y a las sibilas. Sólo a partir del siglo II a. C. se empieza a relacionar cada una de las musas con un arte específico. Tenían su culto en el Museionde la famosa Biblioteca de Alejandría; de allí el término moderno de Museo. Un espacio perfecto pues este Museo del Prado, tras el salto en el tiempo, desde la Antigüedad clásica al Madrid actual.
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