
El significado
La Pascua, llamada a la esperanza y a la alegría
Emerge como un faro de esperanza y renovación

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado” Este anuncio evangélico lleva dos mil años repitiéndose y siendo una provocación para el que lo escucha, y hoy no lo es menos. Es el anuncio gozoso de una vida que ha vencido a la muerte, la victoria del bien sobre el mal. El anuncio de un futuro lleno de esperanza.
En el contexto actual, marcado por cambios rápidos, desafíos globales y una búsqueda constante de sentido, la Pascua emerge como un faro de esperanza y renovación. Este día no solo celebra la Resurrección de Cristo, sino que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia resurrección, y lo que significa vivir con empeño, incluso en medio de las tensiones de la sociedad contemporánea.
Hoy en día, la afirmación también evangélica, “El Resucitado es el Crucificado” nos desafía a mirar en lo profundo de las heridas visibles e invisibles del mundo. Las huellas de las llagas de Cristo, lejos de ser un vestigio de sufrimiento, nos enseñan que en cada fractura humana hay potencial para la restauración y la gloria. La Pascua nos llama a entender que detrás de cada conflicto, crisis o lucha cotidiana, hay un espacio para que la humanidad transforme la adversidad en fortaleza.
En un mundo conectado por la tecnología y la cultura digital, el mensaje de la Pascua encuentra nuevas formas de resonar. Las cicatrices que llevamos, ya sean físicas, emocionales o sociales, nos humanizan y nos unen al Dios que asumió nuestra humanidad. La historia de Cristo nos recuerda que el sufrimiento no es el final del camino, sino el preludio de un nuevo comienzo.
La resurrección de Cristo nos cambia la mirada, nos da una perspectiva distinta para mirar la realidad. En tiempos de polarización, nos anima a construir puentes. En momentos de incertidumbre, nos fortalece con esperanza. Y en una cultura que a menudo valora la perfección superficial, nos enseña que las cicatrices auténticas son el testimonio de una historia de transformación y amor.
La Pascua es más que una celebración; es también un compromiso renovado con la luz y la esperanza que emergen de la Resurrección. Que esta alegría pascual sea nuestra guía, y que nuestras vidas sean reflejo de un amor que, como el de Cristo, es más fuerte que la muerte.
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