Pilar Alegría, la ministra de Educación que no sabe cómo se diseñan los exámenes de la EvAU

Además de portavoz del PSOE, Pilar Alegría es ministra de Educación en el Gobierno de Pedro Sánchez. Debería, por tanto, conocer cómo funciona el examen de Selectividad, la actual EvAU de acceso a la universidad. Tener alguna noción de cómo se confeccionan estas pruebas. Sin embargo, a tenor de las reflexiones que realizó ayer para –cómo no– atacar a Madrid, es evidente que lo ignora por completo. En el examen de Historia del lunes, a los alumnos se les preguntó por una fotografía del expresidente José María Aznar celebrando en el balcón de Génova su victoria sobre Felipe González en 1996. Una circunstancia demasiado jugosa como para no entrar al trapo. Para allá fue la ministra: «Yo cuando veía esta pregunta y esta imagen, yo decía, es curioso, ¿no? Que el Partido Popular, que siempre nos está acusando de adoctrinamiento, utiliza la primera oportunidad para politizar algo tan serio como es la selectividad de nuestros jóvenes». Según la ministra de Educación, el Partido Popular, quizá Ayuso desde algún despacho, elaboró el examen de Historia y eligió la fotografía de Aznar. Suspenso para Alegría. Se lo explicamos a la ministra de Educación: los exámenes de cada una de las asignatura de esta Selectividad son diseñados por las comisiones que conforman profesores de las seis universidades públicas de Madrid y de Bachillerato. Finalmente, la prueba que tienen que realizar los estudiantes se elige por sorteo entre todas las que han sido elaboradas por esas comisiones. «Es una falta de respeto a los docentes», aseguró el vicepresidente y consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio. Y añadió: «Pilar Alegría ha intentado devaluar la EvAU hasta límites insospechados, pero es vergonzoso que ella, que es la máxima responsable de su Ministerio, desconozca el funcionamiento del acceso a la Universidad». Alegría vio politización donde no puede haberla. Y ello resume el momento que atraviesa el Gobierno de Sánchez en su conjunto, desatado en el camino a unas elecciones generales, en el que, lo demostró ayer Alegría, Moncloa concederá poco valor a la verdad.