Opinión

El debate que quiere Pedro Sánchez: maquillaje y plató ante la debacle

El hombre que cerró el Parlamento y pone las urnas en mitad de un puente de verano se agarra ahora al comodín del plató y el maquillaje

Pedro Sanchez en el foro de los Fondos Europeos III organizados por el diario.es
Pedro Sanchez en el foro de los Fondos Europeos III organizados por el diario.es. David JarDavid JarFotógrafos

Refugiado en un plató, alejado de silbidos y de que le recuerden que «Txapote» es ya el resumen estructural y apócrifo de su mandato. Dice Pedro Sánchez que quiere debatir seis veces con Feijóo de aquí al 23 de julio. Pocas me parecen. Moncloa haría bien en reformular la idea y elevar la apuesta. Quizá un debate al día, de varias horas de duración en «prime time» y de emisión obligatoria para todas las televisiones, radios y periódicos es realmente lo que los españoles están demandando. En blanco y negro a poder ser y con un botón rojo que Sánchez pueda pulsar, sin límite, en el momento que desee para activar un pitido sobre las intervenciones del candidato popular. Ahí sí, Sánchez estaría en su salsa. La de la trampa, el amaño y las malas artes. El tipo que escondió una urna tras un biombo de Ferraz para tratar de dar el pucherazo de su vida, de nuevo en ese escenario tan romántico y bucólico del que vuelve a sus orígenes. El formato tendría además coherencia con sus cinco años de Falcon y podemización. Sostenidos cada uno de ellos en el castigo a los españoles. Lo hizo con sus homilías de varias horas en la pandemia y lo ha repetido cada vez que ha puesto al país a los pies de los golpistas y de Bildu. Con doble ración de ensañamiento hacia los madrileños, sometidos a un estado de alarma ilegal y ad hoc, humillados en el reparto de dinero público y abandonados en inversiones clave como la red de Cercanías. El hombre que cerró el Parlamento, que declara secreto de Estado cada petición de transparencia que zarandea su agenda de agit-prop y que pone las urnas en mitad de un puente de verano se agarra ahora al comodín del plató y el maquillaje. El presidente trampantojo invocando la democracia en lo que no es más que una maniobra a la desesperada. Como lo es la propia convocatoria electoral, analizada desde el tertulianismo patrio como una jugada audaz, un giro de guion maestro, la apuesta del estratega y del hombre de Estado. Perfume televisivo que busca esconder que Sánchez va arrastrado al 23-J por el desastre de su gestión.