Cataluña

Puigdemont, a vueltas con su futuro

La irrelevancia en Cataluña y la ausencia de logros en Madrid desgastan al partido, que pierde influencia en todos los ámbitos

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont Europa Press

«En otoño pasarán cosas que hasta ahora no han pasado», repite, como un mantra, Carles Puigdemont junto a su cohorte de fieles. El líder de Junts per Catalunya siempre sorprende con sus decisiones que siguen un patrón de pensamiento lateral, «un método para resolver problemas de forma creativa, indirecta y no convencional, buscando soluciones atípicas y saliendo de los patrones de pensamiento lógico y lineal, explorando caminos alternativos», según reza su definición. Seguramente tendrá que echar mano de su inventiva porque sus relaciones con el PSOE no funcionan y su electorado está empezando a abandonar un barco que consideran a la deriva. Por tanto, Puigdemont ha decidido romper el actual esquema y dar un golpe en el tablero dando respuesta a las incógnitas que se le acumulan.

Vuelta a España

El Constitucional tenía previsto mover pieza antes de Navidad y despejarle el camino de vuelta sin riesgo de ser detenido. Sin embargo, el calendario saltó por los aires cuando el propio Puigdemont presentó recusación a tres jueces, lo que retrasará la decisión final. Según fuentes jurídicas, ha presentado la recusación para hacerse fuerte en el Tribunal Europeo, pero su vuelta se ha dilatado. Su ausencia en las decisiones cotidianas, y el peso de su situación personal en la posición de Junts, es una crítica recurrente dentro de su propio partido.

Malestar interno

El último capítulo es la petición de un grupo de alcaldes solicitando un cambio de estrategia. Están preocupados por el ascenso de Aliança Catalana. La cosa se puso fea y firmaron un manifiesto de apoyo a Puigdemont y a la línea estratégica del partido en reunión con el secretario general, Jordi Turull, pero le «reclamaron abrirse a la negociación con el PSC y también romper el veto total impuesto a Aliança Catalana». Un síntoma de malestar interno que se suma a las dimisiones del sector pragmático. La última de ellas, la de Jaume Giró.

Encuestas

Los malos augurios que detectan los alcaldes se tradujeron la pasada semana en una encuesta de «El Periódico» que hunde a Junts hasta los siete regidores en Barcelona. La sangría de los junteros los aleja de la alcaldía, para la que no tienen todavía candidato, y hace posible la entrada de Aliança Catalana en el consistorio. «La Vanguardia» publicó días antes otra encuesta en la que los de Puigdemont perdían un tercio de su representación y Aliança Catalana tenía al alcance de la mano el sorpasso.

Inmigración

Por estos motivos, Junts quiere levantar la bandera de la inmigración endureciendo el discurso, vinculando delincuencia con inmigración y acusando a los inmigrantes de poner en cuestión la identidad catalana. Lo mismo que hizo el nacionalismo catalán con los inmigrantes españoles, los charnegos, a los que acusaba de «colonos del franquismo» para recuperar posiciones frente a Aliança Catalana. Según el CEO, el 10% de los votantes de Junts votarán a los de Silvia Orriols porque el discurso radical de Míriam Nogueras en Madrid desagrada en el resto de España, pero también en Cataluña porque no es creíble.

Pérdida del victimismo

Si Puigdemont pierde votos en el escenario de la inmigración también los pierde entre los más radicales independentistas. Su fracaso en sus relaciones con el PSOE –catalán en Europa, amnistía o competencias en inmigración– le han despojado de sus aires de divinidad y, aún peor, ha perdido fuerza su victimismo, lo que lo vuelve a dejar a los pies de los caballos de la extrema derecha independentista. El resumen es que ha perdido sus banderas tradicionales.

Illa, el culpable de todo

Salvador Illa se ha convertido en el chivo expiatorio. Según el discurso de los junteros, el presidente catalán es el próximo objetivo en el debate de política general. El pasado martes, el Govern defendió el acuerdo sobre transferencias en inmigración, pero lo hizo con la boca pequeña. Illa evitó que la cesión de competencias fuera errática y que la expulsión de inmigrantes siguiera siendo competencia del Estado, y respiró hondo con la negativa del Congreso por la falta de Mossos para cubrir las nuevas competencias. Algo que también hizo Illa en el traspaso de Rodalies, que no será integral y que quiere aplicar en la gestión de El Prat. Por eso Junts le acusa de todos los males y le amenaza en el pleno de Política General con presentar duras resoluciones. Sin embargo, Junts en este año en Cataluña está en la irrelevancia porque a Puigdemont solo le preocupa Madrid y si ahora aprieta –veremos cómo– no afectará a Illa que sigue teniendo otros socios prioritarios: ERC y Comunes.

Hacer caer a Sánchez: moción de censura

Difícil este planteamiento porque una moción de censura junto a Vox y PP hundirían las expectativas de Junts en unas generales dado que el PP no es un partido simpático en Cataluña. Las últimas estimaciones lo sitúan detrás de Vox y Aliança Catalana. Solo existiría la posibilidad de provocar la moción para que Feijóo convocara elecciones y sería igual que asumir un duro desgaste.

Hacer caer a Sánchez: adelantar elecciones

También difícil tesitura porque Sánchez no está dispuesto a convocar antes de las municipales de mayo del 27. En Junts se aspira a que Sánchez las convoque antes de esta fecha porque Aliança no se presentará a unas generales y para fortalecer a su formación antes de unas municipales que se antojan complicadas. Sin embargo, hoy las previsiones son que Junts se quedaría con solo cinco diputados. Por tanto, un adelanto electoral sería un tiro en el pie porque Junts perdería su posición de fuerza en Madrid. Y la incógnita, ¿cómo hacerlo caer sin censura?

Estrategia

Con todos estos interrogantes, Puigdemont debe tomar decisiones y darles respuesta porque la irrelevancia en Cataluña y la ausencia de logros en Madrid están desgastando a un partido que pierde cuadros en el sector pragmático, pero también en el radical, y que apenas tiene músculo municipal. Ya no es el referente del nacionalismo burgués de Pujol, ni de las tradiciones, ni es el baluarte del independentismo más irredento. Todas se las está birlando Silvia Orriols. Y Puigdemont necesita blindarse ante esta extrema derecha y ante un Illa que se consolida como referente de la moderación y se lleva a aquellos votantes moderados de la antigua Convergència. Puigdemont tendrá que echar mano de estrategias innovadoras de pensamiento lateral porque no le vale con debilitar a Sánchez, que sigue con mala salud de hierro, o descalificar a Illa, que le hace oídos sordos.