Homenaje
Una placa recuerda a la víctima del atentado a Aznar
En abril se cumplen tres décadas del ataque, contra el ahora expresidente, que se cobró una vida
José María Aznar giró ayer desde Arturo Soria para bajar por José Silva. Igual que aquel día de 1995, aunque esta vez iba andando. Le iba contando a su esposa Ana Botella y a sus acompañantes el punto en el que estalló el coche bomba que quiso asesinarle el 19 de abril de 1995. El blindaje de 500 kilos de su coche y la suerte le salvaron la vida. Los terroristas habían colocado la bomba en un vehículo e hicieron estallar el artefacto desde un estanco cercano.
Ayer, Aznar acudió casi treinta años después a colocar unas flores junto a la placa que el Ayuntamiento ha colocado y que recuerda la muerte de una vecina, inocente como todos los asesinados por ETA durante su recorrido sangriento por la historia de España.
Margarita González Mansilla, de 73 años, no tuvo tanta suerte como el expresidente de Gobierno. Estaba en su casa junto a su marido a las 8.05 y la onda expansiva destrozó su domicilio. Quedó sepultada bajo los escombros. La explosión movió los edificios de alrededor y algunos vecinos bajamos hasta en pijama a ayudar a sacar a Margarita y su marido, Agustín Mansilla, padres de dos hijos, uno de ellos policía nacional. A los pocos minutos de la explosión llegó una patrulla de la Policía Municipal, y el Samur y los bomberos. Uno de los agentes, junto a algunos vecinos, sacaron al matrimonio de entre los escombros y los trasladaron a una ambulancia del Samur que los condujo al Hospital Ramon y Cajal. Margarita fue reanimada y trasladada en grave estado. Estuvo en coma y murió a los tres meses. Fue enterrada en la localidad de Puebla de Alcocer (Badajoz).
La zona es muy transitada a esas horas ya que está junto a una parada de Metro y tiene bastante tráfico en ambas direcciones. Un total de 15 personas resultaron heridas. Los vecinos vimos salir a los pocos minutos de la Clínica Belén, especializada en partos, a José María Aznar, entonces jefe de la oposición, con cara muy seria y una tirita en su frente camino a un hospital cercano donde le hicieron un chequeo más profundo. Ana Botella reconoció hace algunos años a este periodista que cuando escuchó la explosión supo que el atentado había sido contra su marido. A los pocos minutos recibió una llamada que le confirmó que los asesinos habían fallado esta vez.
Ayer, Madrid, con un retraso que no se merecía Margarita y su familia, rindió homenaje a esta ciudadana que fue calificada por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, al igual que el resto de las víctimas del terrorismo, como «mártires de la democracia y a quienes debemos llevar siempre en nuestro corazón». «No debemos olvidar nunca», añadió.
El coche le salvó la vida
En una entrevista reciente el chófer y miembro de seguridad de Aznar por aquel entonces recordaba el protocolo habitual: «Siempre intentábamos pasar lo más lejos posible de las esquinas y las aceras, mientras evitábamos las zonas más congestionadas o las horas punta, así como no hacer siempre el mismo itinerario o ruta exactamente, con el fin de que no se pudiesen extraer patrones». También apunta otro detalle que bien pudo ser el que le salvó la vida: «Durante meses le insistieron en encargar un coche de máximo blindaje. Aunque él no lo veía necesario, finalmente accedió a incorporarlo».
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