Historia
¿Por qué se festeja el milagro de las Santas Formas de Alcalá de Henares?
La localidad madrileña conmemora un hecho sorprendente ocurrido entre finales del siglo XVI y comienzos del VXII
Corría el año de 1597 cuando un cristiano arrepentido, que había andado en compañía de unos bandidos moriscos, acudió a la iglesia de jesuitas de Alcalá de Henares para declarar en confesión el robo de unas formas eucarísticas procedentes de diversas iglesias. Le atendió el padre Juan Juárez, quien le urgió a entregar tan preciado tesoro. El ladrón lo hizo, poniendo en manos del jesuita un papel que contenía 26 ó 27 formas. Los jesuitas determinaron que era peligroso consumirlas, pues en aquella época habían sido envenenados de esa forma varios sacerdotes en otras ciudades. Tampoco podían destruirlas, por si estaban consagradas, de modo que las guardaron en una caja de plata y las pusieron en una cripta húmeda, junto a otras formas no consagradas, esperando que se corrompieran, momento en el que ya podrían disolverlas en agua según la costumbre de la época.
Pero, pasado un tiempo, comprobaron con sorpresa que las formas no consagradas se habían corrompido, mientras que las entregadas por el bandido arrepentido permanecían intactas.
Comenzó entonces un largo proceso –veintidós años– en el que prudencia y devoción caminaron juntas ante el hecho insólito de la incorrupción prodigiosa de las Santas Formas, hasta que el 16 de julio de 1619 el doctor Cristóbal de la Cámara y Murga, vicario general en la Corte Arzobispal de Alcalá, autoridad competente por encontrarse vacante la sede Primada de Toledo, proveyó el Auto de aprobación del milagro eucarístico, ordenando la exposición de las Santas Formas a la pública adoración.
Una junta de catedráticos de la Universidad de Cisneros –a la que se unieron otros doctores, superiores religiosos, teólogos y canonistas– había estudiado el prodigio, declarando «nemine discrepante» no haber otra explicación para la incorrupción que el milagro. Eran veinticuatro las formas restantes, tras años de exámenes y pruebas, y fueron trasladadas solemnemente, al año siguiente, a una capilla de la nueva Iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús, actual parroquia de Santa María.
El cardenal Spínola regaló la custodia de plata –octogonal, con tres formas por lado– en que permanecieron expuestas desde 1620 hasta 1936. La devoción fue constante y la ciudad de Alcalá se vio repetidas veces liberada de sequías e inundaciones tras intensa oración y culto a las Santas Formas. El Ayuntamiento de Alcalá decidió entonces –en 1626– hacer voto de asistir a la fiesta y a la procesión anual como señal de gratitud y con el fin de mantener su protección sobre la ciudad, siendo la procesión tan solemne como la del Corpus.
En 1687 se inauguró la actual Capilla de las Santas Formas, con una cúpula hermosamente decorada por Juan Vicente de la Ribera. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 las Santas Formas fueron trasladadas a la Iglesia Magistral de Alcalá –en 1777– donde recibieron la visita frecuente de reyes, nobles y fieles. El incendio y posterior saqueo del templo en julio de 1936 puso fin al culto de las preciadas formas incorruptas, que se dieron por desaparecidas, sin haberse podido determinar si fueron profanadas o escondidas.
Gracias a Dios, la memoria de las Santas Formas y el culto eucarístico se mantienen vivos en la ciudad de Alcalá de Henares, lo que llevó en 2012 al obispo a inaugurar la Adoración Perpetua en la Capilla de las Santas Formas, recientemente restaurada. Una réplica preciosa de la custodia desaparecida alberga hoy 24 formas eucarísticas que reciben la adoración de los fieles día y noche, todos los días del año.
El VI domingo de Pascua la ciudad revive el milagro con una eucaristía solemne y una procesión multitudinaria, porque Alcalá de Henares, fundada sobre el testimonio martirial de los Santos Niños Justo y Pastor, que vive bajo la protección de la Virgen del Val –doctora de su Universidad y alcaldesa perpetua– es una ciudad eucarística.
Con ocasión del cuarto centenario del reconocimiento del milagro eucarístico de Alcalá el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra publicó, por encargo del Obispado de Alcalá, la edición crítica del auto sacramental de Las Santísimas Formas de Alcalá, escrito por Juan Pérez de Montalbán hacia 1623. En él leemos, acerca del privilegio que el cielo concedió a Alcalá en la blanca presencia eucarística del Hijo de Dios encarnado: «Aunque está Dios disfrazado, / a quien vista de fe tiene / a los ojos se le viene / por lo blanco lo encarnado».
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