Semana Santa
«El Cristo de Medinaceli me salvó del Covid y por eso me hice “hombre de trono”»
Manuel Sánchez se convirtió en costalero de la Cofradía que procesiona al "Señor de Madrid" como promesa tras la pandemia. Los 1.100 «esclavos» confían en sacar hoy el paso, si la lluvia no lo impide
En un banco de la Basílica de Jesús de Medinaceli, en la plaza de Jesús número 2, en pleno barrio de Las Cortes, Mari Carmen observa atenta los últimos preparativos de la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli. El Cristo de Medinaceli, el Señor de Madrid, ya ha bajado de su camarín, donde se le venera todos los viernes del año, y se yergue majestuoso en su trono preparado para procesionar en un lateral de la Basílica. La Virgen, Nuestra Señora de los Dolores, a la que se rinde habitualmente culto en la capilla de los duques de Medinaceli, se sitúa en el otro extremo de la iglesia.
Varios operarios se apresuran para rellenar los jarrones de agua en torno al paso antes de colocar los claveles rosas, morados y blancos que se acumulan en cubos y que componen el arreglo floral. Algunos cofrades aguardan pacientes los últimos ajustes antes de colocarse debajo del paso y en las andas, cada uno en su sitio, en lo que será el ensayo general de la procesión de Jesús Nazareno de Medinaceli, que sale hoy a las 19:00 horas, una de las que levanta más fervor en los madrileños. Mientras, devotos y curiosos entran y salen de la iglesia, convertida en un hervidero de gente.
No es la primera vez que Mari Carmen viene a la Basílica. Hace 30 años que acude todos los viernes de mes. La primera vez que lo hizo fue con su padre para pedirle a Jesús de Medinaceli que se le llevase cuanto antes. Tenía un enfisema pulmonar sin solución y estaba sufriendo muchísimo. Fue horrible». Después de aquello no ha dejado de venir ni un solo viernes y «le he hecho otras peticiones y muchas se me han cumplido. Vengo por que me da paz y me llena ver la devoción que despierta el Cristo», comenta.
Quien también confiesa haber recibido los favores del Cristo de Medinaceli es el cofrade Manuel Sánchez. «Estuve muy malito con el covid y ya tenía preparada una cama en la UCI. Entonces hice una promesa: si salía de aquella situación crítica cargaría con el Cristo en la procesión del Viernes Santo. Mucha gente que no tiene fe puede creer que estoy loco, pero fue pensar en aquello y empezar a mejorar. El Cristo me salvó». Desde entonces, no ha dejado de salir ni un solo año, junto con su hijo Daniel, que fue el primero en apuntarse para ir debajo del paso, en lo que llaman «el submarino» para convertirse en lo que se llama un «hombre de trono».
Quien da fe de que el Cristo de Medinaceli es muy milagroso es Fray Ángel, el sacristán de la Basílica y el que se encarga de vestir y peinar al Cristo desde hace treinta años. Fray Ángel observa a Jesús de Medinaceli en lo alto de su trono, una imagen de 1,70 metros de altura de autor desconocido, perteneciente a la escuela sevillana del taller del cordobés Juan de Mesa, de la primera mitad del siglo XVII, que evoca el momento de su pasión, cuando Pilatos le presenta al pueblo, tal y como apunta Roberto Chachero, delegado de Formación, Juventud y Comunicación de la archicofradía.
Fray Ángel asegura ser conocedor de algunas curaciones. «Una vez vino a la Basílica el padre de un niño muy pequeño. Se encontraba desesperado porque su hijo padecía cáncer y estaba desahuciado. Esperaban que muriera de un momento a otro. Le estuve escuchando mientras lloraba. Me pidió una reliquia de Jesús y le di un trocito de túnica usada. Se lo llevó con mucha fe, y se lo metió al niño en la almohada. Al cabo del tiempo vino a visitarme. «¿Se acuerda de mí?», me dijo. Inmediatamente pregunté por el niño y su respuesta fue: “Mire, está correteando por ahí por la Iglesia”. El niño se curo. Y de esas he conocido varias», relata el fraile, que parece tener la respuesta al porqué el Señor de Madrid despierta tanta devoción entre los fieles. «Es por la belleza de la imagen y su majestad. Si le ves de cerca, transmite una unción y un respeto que el que le ve una vez quiere volver a verle más», explica con convencimiento.
Fray Ángel dice que al Cristo de Medinaceli cada uno le pide lo que necesita pero «lo mejor en estos casos es ponerse en manos de Dios, abandonarse, escucharle y confiar mucho. Esto último es una cosa que he aprendido después de muchos años...Cuando nos vemos angustiados siempre pensamos: “¡Ay Dios mío, ayúdame!”. Y yo siempre digo: empieza confiando en que te va a ayudar, porque Dios no abandona a nadie».
El sacristán cuida con esmero y «con mucho trabajo» la figura del Cristo de Medinaceli. Le cambia de ropa dependiendo de los tiempos litúrgicos y hoy, a las 19:00 horas, el Cristo saldrá a procesionar con una túnica morada bordada en oro que tardó dos años en confeccionarse y que es copia de una túnica de una Duquesa de Medinaceli de 1800. Esta es «de las buenas» que tiene el Cristo, aunque en total tiene 25, y fue elaborada por una joven que estuvo en la cárcel y que aprendió a bordar con las Adoratrices.
Fray Ángel repara en la larga melena lisa del Cristo y cuenta otros detalles curiosos, como que la talla tiene nueve pelucas, aunque puntualiza que «debajo tiene su pelo tallado en madera, no las necesitaría». Algunas son de pelo natural y otras sintético, aunque para salir al exterior, y más con amenaza de lluvia, «quedan mejor las sintéticas».
Atento a los preparativos se encuentra también José Manuel Sayago Pérez, uno de los cinco capataces de la Cofradía, a la que pertenecen 1.100 «esclavos», como se denominan sus integrantes. Cuenta que llevan preparándose desde el mes de enero los 185 «hombres y mujeres de trono» que irán bajo el paso o llevando las andas. «Vivimos la Semana Santa con emoción, responsabilidad y fe y al Cristo solo le pido salud para toda mi familia. Hemos estado ensayando mucho, pero ahora tenemos miedo de que llueva».
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