
Exposición
La memoria viva de los judíos en Madrid: un siglo de historia reconstruida
En el Centro Sefarad-Israel acoge una exposición en un ejercicio de memoria colectiva

Se titula “Comunidad Judía de Madrid. Historia viva”, rescata y difunde la trayectoria de una comunidad que, tras siglos de ausencia desde la expulsión de 1492, volvió a echar raíces en la capital española en el siglo XIX y se consolidó con la fundación de la Comunidad Israelita en 1920.
El proyecto nació de una propuesta de la Comunidad Judía de Madrid con motivo de su centenario. Como recuerda Esther Bendahan, directora de programación cultural del Centro Sefarad-Israel, “la voluntad ha sido rescatar y difundir una historia que durante mucho tiempo permaneció invisible en la memoria de Madrid”. La presidenta de la Comunidad, Estrella Bengio, impulsó la iniciativa, que fue comisariada por David Benatar, un joven miembro de la comunidad que ya había colaborado con el Centro. La exposición traza un relato que busca ser íntimo y colectivo, pues a través de documentos, fotografías y objetos rituales se entrelazan con testimonios personales y episodios históricos que muestran cómo, a pesar de persecuciones, exilios y clandestinidad, la vida judía logró reconstruirse en la capital española.
Del siglo XIX a la Comunidad Israelita
El recorrido expositivo comienza en el siglo XIX, cuando Madrid recibió a los primeros judíos tras más de tres siglos de ausencia. Nombres como Ignacio Bauer, Daniel Weisweiller, Leopold Lehmann o Alfred Loewi (tío materno de Franz Kafka y director en 1895 de la línea ferroviaria Madrid-Cáceres) forman parte de este renacimiento. Sin embargo, el verdadero hito fue la constitución oficial de la Comunidad Israelita de Madrid en 1920, punto de partida de una estructura organizada que permitió la práctica religiosa y la transmisión cultural. “La muestra quiere mostrar cómo, tras siglos de vacío, se reconstruyó la vida judía en Madrid, primero con figuras individuales y después con familias, asociaciones e instituciones que dieron continuidad cultural y religiosa”, explica Bendahan. La exposición exhibe documentos fundacionales, como el acta de constitución de 1920, y fotografías de los primeros oratorios, como el Midrás Abarbanel (1917), en el barrio de Lavapiés, que funcionó como lugar de culto antes de que la comunidad pudiera disponer de una sinagoga.

Uno de los apartados más conmovedores de la muestra aborda la acogida de refugiados judíos a lo largo del siglo XX. Madrid fue puerto de llegada para quienes huían de persecuciones y guerras. Desde los refugiados del nazismo en los años 30, hasta las familias de Europa Central y Oriental llegadas tras la Segunda Guerra Mundial.
En los años 60, la independencia de Marruecos y la Guerra de los Seis Días supusieron la llegada masiva de sefardíes de Tánger y Tetuán, cuya presencia transformó la vida comunitaria madrileña. Más tarde se sumaron judíos latinoamericanos, sobre todo argentinos en las décadas de 1970 y 1980, y en tiempos más recientes, venezolanos.
Por otro lado, la exposición recuerda la labor de Ezrá, la institución solidaria que brindó ayuda material y acompañamiento a las nuevas familias. Destaca Bendahan que “refleja los valores de justicia y solidaridad que sostienen a una comunidad abierta, flexible y plural”.
Clandestinidad en el franquismo
Si hay un periodo oscuro en la historia de la comunidad, es el del franquismo, cuando la práctica judía se vio obligada a ocultarse. La exposición muestra documentos y testimonios de aquella etapa: matrimonios no reconocidos, rezos privados en casas particulares, conversiones forzadas para obtener la nacionalidad y la vigilancia del llamado “Archivo Judaico” de 1941, que controlaba los movimientos de los judíos residentes en España.
En este contexto, símbolos como el Oratorio Lawenda (fundado en 1949) o las celebraciones de Rosh Hashaná en hoteles, bajo permisos limitados, ilustran lo frágil que era la tolerancia. No obstante, la comunidad resistió. Y así se constató con la inauguración de la Sinagoga Beth Yaacov en 1968, que marcó el fin de la clandestinidad y el inicio de una nueva etapa. “La exposición no solo recuerda la represión, sino también la capacidad de resistencia y reorganización que tuvo la comunidad hasta consolidarse de nuevo”, subraya Bendahan.
Asimismo, la exposición dedica un espacio relevante a los hitos de consolidación institucional: el Colegio Ibn Gabirol, fundado para garantizar la educación judía en Madrid; la sinagoga Beth Yaacov; y asociaciones que ofrecieron servicios básicos, desde alimentación kasher hasta programas culturales y religiosos.
Con la llegada de la democracia y la Constitución de 1978, que reconoció la libertad religiosa, la Comunidad Judía de Madrid pudo proyectarse con normalidad en la vida pública española. A partir de entonces, la visibilidad se multiplicó con actos como la celebración de Janucá en las calles o la conmemoración del Día del Holocausto en el Senado.
La pluralidad es uno de los aspectos más destacados en el discurso de la exposición. En Madrid conviven sefardíes, askenazíes, europeos del este, latinoamericanos y familias mixtas que conforman una comunidad diversa pero cohesionada. “La exposición muestra a la Comunidad Judía de Madrid como parte inseparable de la historia contemporánea de la ciudad”, señala Bendahan. “Su memoria se transmite de generación en generación (Ledor Vador) y proyecta valores de convivencia y ciudadanía democrática”. La contribución se refleja en ámbitos educativos, culturales y sociales, con personalidades clave como Max Mazin, que presidió la Federación de Comunidades Judías de España, u Olga Bauer, pionera en la organización comunitaria.
La muestra pretende no solo representar un repaso histórico, sino una reivindicación de la memoria como patrimonio colectivo. “El antisemitismo, cuando se da en ocasiones puntuales, se resuelve mediante el respeto de las instituciones comunitarias, del ayuntamiento y del Estado, que cuida a sus ciudadanos sean quienes sean”, afirma Bendahan. Así, el relato no se limita a reconstruir un pasado, además busca mostrar que la comunidad judía ha contribuido a la construcción de una ciudad plural y moderna. Señalan los miembros de la Comunidad que, su historia, antes silenciada, hoy se presenta como parte inseparable de la memoria de Madrid.

En el plano museográfico, la exposición despliega un abanico de materiales que permiten adentrarse en la intimidad de la comunidad: fotografías históricas, prensa de época, objetos rituales, actas legales, así como investigaciones de historiadores como Jacobo Israel Garzón, Uriel Macías Kapón y Danielle Rozenberg. Las imágenes del Midrás Abarbanel, del oratorio Lawenda, del Colegio Ibn Gabirol o de la Sinagoga Beth Yaacov son hitos visuales que acompañan la narración. A través de ellas, el visitante percibe la resistencia de una Comunidad que se mantuvo viva y enraizada. En esta línea, el Centro Sefarad-Israel y la Comunidad Judía de Madrid ofrecen con esta exposición un relato que consideran necesario, en aras de que la historia de los judíos madrileños ya no sea solo la de una minoría, sino la de una parte de la propia ciudad. En palabras de Bendahan, “la exposición nos recuerda que la comunidad judía es memoria viva de Madrid. Y que, al contar su historia, también estamos contando la historia de todos”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar