Historia
El sepulcro del arzobispo Carrillo
Se trata de una historia de recuperación del patrimonio mueble que se remonta desde el siglo XV
Desde hace casi treinta años la diócesis de Alcalá de Henares junto con las instituciones nacionales y autonómicas están trabajando en la recuperación del sepulcro del Arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña. Si en 1996, cuando se encontraron los fragmentos de un sepulcro apilados en el suelo de la capilla mudéjar de la Catedral Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor de Alcalá de Henares, se ensamblaron y montaron; en el año 2018 y gracias a la aparición de dos nuevos fragmentos de singular importancia hizo que recuperara parte de su esplendor original, pero aún resta por añadir al sepulcro una nueva pieza aparecida en una finca del este de la Comunidad de Madrid.
Podemos decir que esta recuperación del sepulcro del arzobispo de Toledo don Alfonso Carrillo de Acuña es muy singular, pocas veces una pieza histórica, en este caso un sepulcro, ha sufrido tantas vicisitudes. Fue creado para presidir la capilla del Convento de franciscanos de Santa María de Jesús, conocido más tarde de San Diego de Alcalá pues fue allí donde este santo franciscano pasó un tiempo. En 1856, y por causa de la desamortización, se traslada el sepulcro (ya muy fraccionado y deteriorado) a la Magistral donde se ve la necesidad de recuperar las partes más dañadas como son el báculo y el león y es en este momento, en 1857, cuando se instala en el trascoro de la Magistral rodeado de una reja donde permanece hasta el incendio ocurrido en el templo que ocasionó el desplome de las bóvedas sobre el sepulcro. De nuevo, el sepulcro del Arzobispo Alfonso Carrillo queda destrozado. La Magistral queda cerrada y no se recupera como templo abierto al culto hasta 1973, como consecuencia de ello los restos del sepulcro son almacenados en la capilla mudéjar de san José que hoy es el acceso desde el templo al Museo Catedral y por fin su ubicación actual en la Antesala Capitular.
En 1991 la Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor pasa a ser Catedral gracias a la reinstauración del Obispado de Alcalá de Henares, así surge la necesidad de recuperar su esplendor por lo que se realiza una gran restauración integral del templo tanto en su arquitectura como en los bienes que custodia y entre ellos se encontraba el sepulcro del Arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña. El actual Instituto de Patrimonio Cultural de España colaboró en la recuperación del sepulcro de don Alfonso Carrillo para la recomposición del sepulcro con los restos y los datos que se tenían en ese momento y se decide que la ubicación del mismo sea la antesala capitular, mostrándose como la pieza más importante de la sala.
Don Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo entre agosto de 1446 y el 1 julio de 1482, residió los últimos años de su vida en Alcalá de Henares y fue allí donde murió. Para acoger su cuerpo inerte se debió encargar al Maestro Sebastián de Toledo o de Almonacid la realización de un sepulcro exento según el modelo yacente, ricamente vestido de pontifical con manos juntas, mitrado, báculo y a sus pies un león; está realizado en una talla de buena ejecución imitando las ricas vestiduras talares con escenas marianas y elementos heráldicos, así como decoración incisa a modo de brocados en la mitra, la casulla y el amito, o el almohadón que soporta su cabeza. La peana se prolonga en los ángulos con arcos calados con decoración de tracería goticista a modo friso de reminiscencias borgoñonas y torreones que nos remiten a la Jerusalén celestial, uno de estos cuatro torreones es el que ha sido encontrado en el año 2020. El friso es recorrido por una inscripción, hoy muy perdida, que hace referencia al personaje que acoge el sepulcro indicando además los treinta y cinco años cinco meses y diez días en que fue arzobispo de Toledo y el año y edad que tenía en el momento del fallecimiento.
El frente de los paños presenta las 4 virtudes cardinales (en clara alusión a elementos renacentistas) y los elementos heráldicos del linaje del arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña. Si bien las tracerías como hemos indicado nos remiten al gótico el programa iconográfico con la incorporación de las virtudes indican ya la inclusión en el renacimiento italiano siendo quizá este sepulcro uno de los primeros en utilizar este tema en un conjunto funerario en la España del siglo XV. Esta alternancia de elementos góticos y renacimiento es un claro reflejo de momento histórico en el que se realiza este magnífico sepulcro.
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