Teatro

«El talento de saber vivir» que buscó Max Estrella

Cien años desde su publicación, «Luces de Bohemia» de Valle-Inclán llega al Español reivindicando su actualidad

Centenario de la obra de teatro Luces de Bohemia, representada en el Teatro Español.
Antonio Molero, Irene Arcos, Eduardo Vasco y Ginés García Millán.Jesús G. Feria.La Razón

Casa Ciriaco, el famoso callejón del gato en la calle Álvaro Gato, Pretil de los Consejos o la mismísima puerta del Sol son algunas de las paradas que hace, nada más y nada menos 100 años, un tal Max Estrella recorrió en sus «Luces de Bohemia». Un centenario después, estos lugares cobran vida en el Teatro Español bajo la dirección de Eduardo Vasco. LA RAZÓN cruza los telones del escenario y escucha a sus protagonistas.

«Cien años después y de repente escuchamos cosas que hacen reaccionar a todo un patio de butacas», dice un Antonio Molero que reinventa a Latino de Hispalis y que reconoce el lujo de poder interpretar lo que para él es uno de los mejores textos del siglo XX. «Tocamos temas universales y, a la vez, muy locales. La cultura hispánica está presente en todo momento y une a todos los asistentes. Normalmente, obras de tantos años requieren una versión para adaptarlas a la actualidad, mientras que en este caso solo hay pequeñas matizaciones», explica Molero. La pulsión de la obra de que «esto no puede seguir así» es lo que conecta con tantas situaciones de la actualidad, abordando temas como la corrupción, el desprecio por la cultura y el talento o el abuso de poder. «Hay un mensaje muy claro en ‘‘Luces de Bohemia’’ sobre la necesidad de cambiar las cosas», añade por su parte el director, Eduardo Vasco.

Eduardo Vasco, como director del Español, tuvo claro que esta sería una de sus obras, pues el objetivo partía de que la transmisión de ideas no se convirtiera en nada vaporoso ni fugaz. «Para definir el proyecto que nace en el Español, vinculado a la literatura dramática y a los textos de raíz literaria con peso, esta era la mejor forma, a través de ‘‘Luces de Bohemia’’». Nos habla de la bohemia como ese estado de las cosas que provienen del ambiente parisino y nocturno de los artistas, hasta que ese término llega a nosotros como un «artista que se pierde, que vaga y que no concreta». Esa bohemia, también relacionada con el mundo del alcohol y de la creación, llevaba a que los propios sujetos se perdieran por la intensidad de la vida, lo que queda perfectamente reflejado en las noches de Max Estrella y su relación con la coyuntura socioeconómica de entonces. Si todos los directores tienen algunas deudas con los textos de los que se nutren, en el caso de Eduardo Vasco confiesa que, «cuando te dedicas a esto, estás envenenado por una serie de textos, y yo quise hacer ‘‘Luces de Bohemia’’ desde que la leí». El resultado, además del «sold out» conseguido, parece más que evidente, y es «poder representar una ambición personal, puesto que no me envuelvo en proyectos en los que no creo; y además, el lujo de representar el texto más importante de la literatura dramática del siglo XX».

Además, el director añade que «los cambios de la versión no atentan contra la esencia del texto, es difícil que alguien se dé cuenta de los mismos». En este sentido, resulta difícil hallar obras que sobrepasen a las modas y que sean referentes en todos los tiempos. «El poder formar parte de esto es algo para poder contárselo a los nietos, para mí, más que suficiente», considera Antonio Molero. Una reflexión que todo el elenco comparte y que, pese a ser una obra muy conocida, el interpretarla hace que cada palabra cobre todavía más sentido. Por ello, «un actor no es el mismo después de hacer un texto como este», afirma Ginés García Millán, quien ejerce del protagonista, Max Estrella. Y es que, si en algo están de acuerdo todos los que forman parte de la historia es que este trabajo ha significado un antes y un después, no solo a nivel profesional sino personal: «Transitar estos textos nos transforma, es una lectura de muchísimo lujo», dice García Millán.

Centenario de la obra de teatro Luces de Bohemia, representada en el Teatro Español.
Centenario de la obra de teatro Luces de Bohemia, representada en el Teatro Español.Jesús G. Feria.La Razón

Un ejemplo de valentía

Eduardo Pérez Rasilla, profesor especializado en Teatro Español Contemporáneo, habla de la valentía de Valle-Inclán a la hora de hacer una obra como «Luces de Bohemia», pues no fue una época fácil cuando se desarrolló ni cuando se publicó oficialmente. «Por razones de censura y también de la complejidad del texto no pudo estrenarse en muchos países hasta pasados los años», informa.

El experto destaca la riqueza textual, la cual admite numerosas lecturas, complementarias todas ellas, pero muy diversas, desde políticas hasta culturales o míticas, influidas por tradiciones literarias como «La Divina Comedia», «La Odisea» o «La Pasión de Cristo». Todas ellas son compatibles, por eso la valía del texto. «Valle- Inclán tiene una visión muy libre y rica del teatro, no se ciñe a una única posibilidad de las cosas. Y propone una distorsión estética de la realidad para expresar situaciones duras, dolorosas e inaguantables de una forma grotesca». En consecuencia, Max Estrella es el resultado de una amalgama de personajes que alude, como Alejandro Sawa, poeta al que admira y del que, curiosamente, tampoco hay legado de sus versos.

Aunque si algo es de reconocer, es la apuesta de Valle-Inclán por otra comprensión de la figura del poeta, el cual da un paso más a través de la denuncia, en lugar de esa imagen vacua y neorromántica propia que se atribuye a los artistas. «Aquí vemos como el poeta abraza el texto con su desesperación, pero también con su compromiso». Y así queda retratado a través de un Max Estrella rebelde que no se pliega a las exigencias de los poderosos, como el rechazo a la monarquía o la crítica a la censura, que bien puede recordar a acontecimientos de nuestra actualidad, como la Ley Mordaza.

Un acto de amor

Visto desde los ojos del protagonista, Ginés García Millán, señala que lo que hace el elenco no es más que «un acto de amor». En sus palabras, «los actores se enamoran de la obra, la hacen propia, la llevan un tiempo en sus entrañas y cuando dejan de hacerla ya es parte de ellos». La experiencia colectiva los ha llevado a hacer algo propio y personal. «Da igual quién sea la persona, que el oficio es ser el personaje encima del escenario y eso se ha conseguido», añade.

La actriz Irene Arcos interpreta a Madame Collet, la madre de un niño. Para Arcos, estar en este trabajo que lo conforman 25 actores no significa ser un personaje sino ser elenco. En esta obra, dicho aspecto cobra especial importancia debido a la necesidad de «ir todos a una en un engranaje en el que pequeñas apariciones tienen que acompañar a un viaje de toda una noche», explica la actriz, a propósito de su papel en «Luces de Bohemia». Durante la preparación, la escucha ha sido un requisito fundamental que el director ha exigido al equipo. Así lo explica Irene Arcos: «Eduardo nos citaba casi todos los días y había algo mucho más importante que trabajar las escenas de manera individual, éramos parte de un todo desde el minuto uno. Respirar y contaminarnos de las escenas de Max Estrella y Don Latino ha sido un camino de aprendizaje continuo».

Ginés García Millán y Antonio Molero, o, mejor dicho, Max Estrella y Don Latino de Hispalis tienen algo en común: las ganas de salir de casa y emanciparse. Siendo muy distintos, corroborado en sus numerosos desencuentros, se lo pasan muy bien por la noche, aportando mucha frescura en sus diálogos frente al público: «Nuestra relación y la diversión que buscamos aportar da mucha viveza a la peripecia de ambos porque hay situaciones muy cachondas de bar, en relación con los personajes de la taberna», explica Antonio Molero. Asimismo, hay otro aspecto relevante que los diferencia, quizá también capaz de definir el enfoque de la obra y que queda reflejado en las palabras de Max Estrella: «Yo nunca he tenido talento, he vivido de un modo absurdo». A lo que Don Latino le responde: «No has tenido el talento para saber vivir». Y aquí, tal vez, observamos toda una declaración de intenciones de Valle-Inclán, pues en ningún momento de la función nadie pronuncia ningún verso, pero si esto fuera así y se hallaran versos de Max Estrella, ¿qué diríamos? ¿era un poeta mediocre? ¿era un buen poeta? Eso lo tiene que elegir el público. Los protagonistas se guardan ese misterio, pero lo que está claro es que ser el primer poeta de España es como está escrito y así es como se cuenta.