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Medio Ambiente

Mascarillas y toallitas que llegan al mar

El confinamiento por coronavirus provoca una nueva manera de contaminar: estos productos aparecen en las costas de todo el mundo y provocan efectos negativos en el alcantarillado español

Mascarillas y guantes tirados en el suelo
Mascarillas y guantes tirados en el suelo, las calles se ven asediadas con estos nuevos residuos, en Madrid a 6 de Mayo de 2020.Europa PressEuropa Press

Animales por las ciudades, puertos de aguas cristalinas o cielos sin «boinas» de contaminación son algunas de las estampas que nos ha dejado la pandemia. Sin embargo, durante la cuarentena hemos provocado una nueva manera de contaminación humana: miles de mascarillas, toallitas húmedas y guantes aparecen en playas, ríos y mares de todo el mundo.

Una de las llamadas de atención más importantes se produjo por parte de OceansAsia, ONG enfocada en la conservación de los océanos. Se hizo desde Hong Kong, con siete millones y medio de habitantes que usan mascarillas desechables de manera cotidiana. Buena parte de ellos obviaron las recomendaciones sanitarias para la eliminación de estos residuos: al tirarlos en la calle o los inodoros, acabaron en los desagües (incapaces de depurarlos) y, finalmente, en el mar. Llevados por las mareas, viajaron una distancia de 20 kilómeAtros,

kilómeAtros,kilómeAtros, mar adentro, hasta las islas Soko. Allí, en sus playas, quedaron desperdigados. El fundador de OceansAsia, Gary Stokes, denunció haber encontrado una cantidad de mascarillas y guantes «alarmante» en la zona, a la que había acudido para realizar una campaña contra el vertido de microplásticos.

El consumo de toallitas húmedas se ha disparado en España un 49% desde el inicio de la pandemia por la Covid-19, según Greenpeace y la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (Aeopas). ¿El problema? La inmensa mayoría no son biodegradables y resultan difíciles de reciclar. «Este mal es ‘‘menor’’ si acaban en la basura», indica Julio Barea, responsable de la campaña de aguas en Greenpeace, «pero muchas de ellas son arrojadas indebidamente por el retrete y terminan en las redes de saneamiento de las ciudades».

En este sector, de hecho, se conoce a las toallitas como la «bestia» de las cloacas. Sus fibras sintéticas producen atascos y dificultan el sostenimiento del sistema de saneamiento de aguas residuales en nuestras ciudades. Se estima que el sobrecoste por la eliminación de toallitas alcanza entre el 10 y el 18% del presupuesto de los operadores públicos responsables de esta. Aguas de Cádiz señala que la cifra de sólidos que recogen anualmente se incrementó un 15% durante la pandemia con respecto al año anterior.

Además, los microplásticos de este residuo acaban directamente en nuestros cauces, ríos y mares. Allí causan graves daños a la fauna marina: unas 700 especies de organismos se ven afectados. Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de los plásticos que llegan al mar. Entre ellos, los restos de toallitas son cada vez más abundantes.