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Cellnex contaminación
Los contaminantes químicos persistentes se quedan en la sangre
La Oficina Europea de Medio Ambiente realiza analíticas a miembros de las instituciones para concienciar sobre estos tóxicos
De la exposición a la contaminación química en la vida diaria, hoy por hoy, no es fácil librarse. No es por asustar, es solo que así lo demuestra el resultado de los análisis de sangre a los que se han sometido diversos políticos europeos, de diez países diferentes y que ejercen su función en instituciones de la Unión. Todos ellos tienen en su sangre sustancias tóxicas potencialmente nocivas para la salud y que tienen una característica inquietante: son persistentes y permanecen el cuerpo tanto tiempo que son conocidos como los `tóxicos eternos’. Son los PFAS
Tres vicepresidentes de la Comisión, el comisario de Medio Ambiente, la directora de la Agencia Europea de Medio ambiente y varios eurodiputados, entre ellos los españoles Cesar Luena, vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, y Miguel Urbán, se han prestado voluntariamente al análisis de su sangre, en una acción promovida la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB, por su siglas en inglés).
Analíticas para concienciar
El objetivo de la iniciativa, en la que han colaborado organizaciones como Ecologistas en Acción y Hogar sin Tóxicos, era concienciar a los responsables políticos y a la población sobre la importancia del problema de la contaminación química y darle visibilidad ante las propias instituciones, y sus resultados se han conocido esta semana.
Los análisis concluyen que los responsables políticos y los europarlamentarios registran cantidades de contaminantes similares a las de la media de la población europea, si bien cinco de ellos superaban los niveles de referencia considerados como seguros.
Estos resultados «muestran la capacidad de persistencia en el organismo de esos ‘tóxicos eternos’», afirma Kistiñe García, del grupo de Sustancias tóxicas de Ecologistas en Acción. Para muestra, la analítica de Cesar Luena: reveló que la sustancia tóxica más abundante en su sangre es el PFOS, el primero que fue comercializado y que fue prohibido hace años. Por eso, dice Tatiana Santos, responsable de Política de Químicos de la EEB, que «estas analíticas confrontan a los líderes políticos con la cruda realidad».
Deficiencias en la normativa
Para los impulsores de esta iniciativa, «el Reglamento REACH, la normativa europea de sustancias químicas, contiene graves deficiencias que han permitido estos niveles de contaminación con infinidad de sustancias químicas». Es más, Carlos de Prada, responsable de Hogar sin Tóxicos no duda de que «estamos ante un serio problema de salud pública y la política europea no está sirviendo para evitar que nos contaminemos con sustancias tan peligrosas como estas».
En efecto, aunque cinco estados miembro propusieron hace un año la prohibición global de numerosos PFAS, el proceso puede llevar años hasta que estos químicos peligrosos se eliminen gradualmente en toda Europa, si finalmente no se frustra. De ahí que Tatiana Santos, llame la atención sobre la importancia de que «los siguientes responsables de la Comisión tras las próximas elecciones europeas retomen la debida reforma del Reglamento REACH, retrasada por las presiones industriales sobre la Comisión Europea».
Acuerdo científico
Efectivamente, la ciencia asocia la exposición a estas sustancias, incluso a bajas concentraciones, con múltiples problemas de salud, como cáncer, daños en el hígado, colesterol elevado o problemas de desarrollo neurológico, así como efectos adversos en la reproducción, el tiroides o el sistema inmunológico, entre otros. Los costes sanitarios asociados a los PFAS, según un estudio del Consejo Nórdico, se sitúan entre 52 y 84 mil millones de euros anuales en el conjunto de la Unión.
Pero, ¿qué son los PFAS?
Los FPAS (sustancias per y polifluoroalquiladas) son una de las familias de sustancias químicas sintéticas más utilizadas actualmente en diversas industrias. Por su estabilidad a altas temperaturas, capacidad para actuar como repelentes de grasa o agua, pinturas, insecticidas, etc., según documentos divulgativos del Ministerio de Transición Ecológica y Transición Demográfica (MITECO). Están presentes en multitud de objetos y productos de uso habitual: sartenes antiadherentes, productos de higiene y belleza, insecticidas, componentes de teléfonos móviles, etc., pero también en el aire, el polvo doméstico y el agua potable pueden ser fuente de exposición. Lo que explica lo extensa que puede ser la contaminación por ellos.
¿Se puede reducir la exposición a estos contaminantes químicos?
Sí. Por ejemplo, eligiendo utensilios de cocina libres de PFAS, consumiendo menos comida envasada en papel o cartón resistente a la grasa; procurando elegir ropa y textiles en cuya etiqueta indique, por ejemplo libres de PFAS o sin flúor; o comprobando que entre los ingredientes de cosméticos y productos de higiene no hay ’fluoros’ o PFTE.
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