
La contra
«No hay plásticos buenos. Son todos realmente malos»
Nicolás Olea
Médico especialista en disruptores endocrinos

El doctor Nicolás Olea Serrano es un reconocido catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada y una de las mayores autoridades europeas en disruptores endocrinos. Con más de 350 publicaciones científicas, ha dedicado su carrera a estudiar cómo sustancias presentes en plásticos, cosméticos, alimentos envasados y productos de uso cotidiano alteran el sistema hormonal y afectan la salud humana, especialmente en etapas vulnerables como la infancia y el embarazo. Su labor como divulgador lo ha convertido en una figura muy influyente en redes sociales, donde explica de manera clara los riesgos de la exposición química cotidiana.
¿Cuál ha sido el papel de las redes sociales en el tema de los disruptores endocrinos?
Yo llego tarde a las redes sociales por mi edad -ya tengo 70 años-. Pero alguien del grupo del grupo de investigación y clínico tenía que dar la cara para comunicar. Tenemos 357 publicaciones científicas en revistas de impacto y he dirigido 57 tesis doctorales, pero al final esto no lo ha leído nadie, nada más que los colegas. No lo lee ni quien lo ha financiado, que es la administración, ni nadie del público. Había que poner en castellano lo que estábamos diciendo en inglés y eso hicimos en 2019 con mi primer libro («Libérate de tóxicos»). Era el año «AC», no «Antes de Cristo» sino «Antes de Covid», cuando teníamos el «European Green Deal», el gran reto verde europeo que iba a ser el modelo de desarrollo y de transformación a todos los niveles y que con el Covid quedó en nada porque si lo hacíamos íbamos a morir de hambre. El libro se vendió muy bien pero no llegábamos a la gente joven, entonces decidí empezar por Facebook, que es de los puretas, y hace dos años dimos el salto a Instagram. Desde entonces, ya tenemos 68.000 seguidores y cada vez que coloco una cosa unas 3.300 personas hacen comentarios.
¿Cómo está siendo encarado el asunto después del Covid por parte de los Gobiernos?
El Real Decreto Español de Comedores Escolares, que regula la calidad de la comida, por ejemplo, creo que se ha quedado muy corto. En 70 páginas no hace ninguna mención al plástico y era el momento en que se hubiera regulado el plástico de forma valiente. En Francia, está prohibido en los comedores y guarderías escolares. Y el otro, un reglamento europeo que estábamos esperando desde el año 2009, que ya ha pasado en el Consejo de la Comisión Europea y ahora solamente tiene que pasar por el Parlamento Europeo, es el de los juguetes que tiene 77 páginas y tampoco menciona el plástico. No puede haber un reglamento de juguetes que no menciona este material. Le dedica medio decreto a la importación de juguetes de China o de cualquier país, en lo que se llama la exigencia del pasaporte del juguete, para que tengan los mismos criterios de calidad que el de producción europea, pero no menciona el plástico. Y no puedes perder esta oportunidad, porque un reglamento puede tardar 10 ó 15 años en modificarse.
¿Se puede hablar de «plásticos buenos»?
Los plásticos se fragmentan en partículas menores de medio centímetro, de cinco milímetros, y esas a su vez se fragmentan en las de una micra, de una millonésima parte del metro, y los llamamos microplásticos y nanoplásticos. Cuando vemos que «plásticos buenos», como el polipropileno, que tenía toda nuestra confianza, o el polietileno están en el cerebro, en la placenta, en la leche materna o en el hígado, decimos que no hay plásticos buenos o plásticos malos, son todos rematadamente malos, porque son bioacumulables. Unos eran malos porque sus componentes químicos eran tóxicos, pero todos son malos porque sus fragmentos se han incorporado a la célula y al ADN. Entonces, no hay plásticos buenos.
¿Hay alguna manera de frenar esa situación?
La Cumbre del Plástico (buscaba un acuerdo global sobre este material) ha sido un fracaso. De los 100 países que asistieron, los más importantes se negaron a firmar algún convenio para reducción de la producción de plástico y dijeron que el problema es nuestro, porque -según ellos- que no sabemos reciclarlo. Y eso es una mentira, porque no más del 9% del plástico que se ha puesto en el medioambiente se ha reciclado. La clave no es el reciclado, la clave es la reducción, pero ciertos países no están dispuestos. El plástico es la gran riqueza y la salida más prometedora del petróleo, que se ha transformado en artículo de consumo. Todo lo que funciona con electricidad está hecho con petróleo y sus derivados: los electrodomésticos, la electrónica, tu coche eléctrico, tus gafas bifocales de policarbonato son de petróleo. Nos queda aguantar una cantidad inmensa. O la sociedad toma conciencia o le dejará a la joven una herencia envenenada.
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