Opinión

Mitad de cuarto de feminismo

El problema de un nuevo partido, cuando se pone de moda, es que empiezan las preguntas sobre todas las cuestiones y eso le expone al escrutinio público, es entonces, cuando puede desinflarse con facilidad.

Cuando los electores perciben a una formación a través de unos pocos trazos gruesos, muy generales y sin concreciones, es posible que gusten y si lo saben aprovechar, subirán rápidamente en los sondeos.

Eso es lo que le pasó a Podemos. En plena crisis económica e institucional, el Sr. Iglesias articuló un discurso de rechazo y de protesta frente al sistema y eso coincidía con el estado de ánimo de la mayoría de españoles, el resultado fue el crecimiento meteórico de seguidores.

Sin embargo, si comparamos aquellos días en los que sus líderes ocupaban el protagonismo en la mayoría de las tertulias televisivas con los de la actualidad, en donde apenas son reconocibles sus mensajes, su desgaste es evidente.

Cuando las circunstancias les han obligado a tomar posiciones políticas sobre temas diferentes, han ido perdiendo simpatías y apoyos, lo más evidente ha sido la cuestión catalana.

Con toda probabilidad, esto mismo es lo que va a empezar a ocurrir con Ciudadanos. Desde lejos, daba la idea de ser un partido moderado, de centro derecha, pero compatibles puntualmente con el centro izquierda, ajeno a cualquier caso de corrupción y con un modelo territorial del Estado más claro que el PSOE y menos agresivo que el PP.

La consecuencia de esa imagen ha sido una subida en las encuestas que está digiriendo como puede, entre el temor a perder apoyos y tener que lidiar con los focos puestos mucho más cerca, ahora mucho más vulnerables a los errores.

Si Ciudadanos quiere tener el más mínimo futuro político, debe desliar tres conceptos diferentes que están entremezclados en su propio código genético: la moderación política, el centrismo y la bisagra, que suele ser hija del oportunismo.

Se aproxima el 8 de marzo, y varios colectivos de mujeres feministas han convocado una huelga general de mujeres, algunos partidos políticos como Podemos e IU la secundan y otras organizaciones como los sindicatos y el PSOE, apoyan un paro de 2 horas en la jornada laboral.

La reivindicación es clara, igualdad real en una sociedad en la que las mujeres reciben el 30% menos de salario que los hombres por los mismos trabajos o denunciar que la precarización laboral azota mayoritariamente a las mujeres.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con la convocatoria, pero intentar quedarse a mitad de camino para agradar a todos es un acto de cinismo político. Eso es lo que ha hecho Ciudadanos, que se declara feminista, pero solo mitad de cuarto.

En realidad, desde la formación naranja creen que el feminismo y los derechos civiles vuelven a estar de moda y les preocupa no contar con la simpatía y el apoyo de estos colectivos, pero tampoco quieren perder los apoyos más conservadores que están en las antípodas ideológicas.

El Sr. Rivera ha intentado resolver la cuadratura del círculo con un nuevo concepto “el feminismo liberal”. Quizá le convendría profundizar en el origen del 8 de marzo, reflexionar porqué fue la Internacional Socialista, en 1910, quién estableció la jornada de reivindicación y el marcado carácter ideológico que ha tenido y tiene la lucha por la igualdad.

Es normal que partidos con tan poca experiencia no tengan todo su cuerpo ideológico definido de manera completa, pero cuando han destacado por la indefinición de sus ideas y, de pronto, se les exige mayor concreción, es muy probable que empiecen a gustar menos.