Opinión
Agamenón y Cifuentes
Rajoy, veterano y profesional, cumplió con su papel en la Convención del PP. No fue a «luchar contra los elementos», Cifuentes y su máster, los jueces alemanes y Puigdemont, y ni tan siquiera contra un fin de semana sevillano desapacible que contribuyó a deslucir la fiesta. Luego, los AVE de regreso de Sevilla, eran como un velatorio repleto de «populares» que, en la intimidad/velocidad del tren, se dejaban llevar por el desánimo. Rajoy dio caña a Rivera, pero las encuestas están, por mucho que Arriola insista que las de mitad de legislatura no son significativas.
Cristina Cifuentes, porque estaba en el guión, fue arropada, más a la búlgara que con entusiasmo. Como siempre, un agraviado, Salvador Perelló, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y socialista, parece ser quien levantó la alfombra del extraño máster de la presidenta madrileña. Esta vez no ha sido fuego amigo, al menos los primeros disparos, lo que no impide que ahora el PP sea un partido «al borde de un ataque de nervios» a lo Almodóvar y en el que los cuchillos vuelan.
El futuro político de Cifuentes, con o sin máster, que ha gestionado fatal el asunto, cotiza por los suelos. Sus adversarios recuerdan su virulencia contra el ex ministro José Manuel Soria cuando se enredó al intentar explicar sus cuentas fuera de España, legales por cierto. Madrid es esencial para el PP y también para quien, cuando toque, aspire a suceder a Rajoy. Los políticos necesitan territorio y Madrid es en el que medirán sus fuerzas María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, sobre todo después de que Ciudadanos exija la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
La pérdida de la presidencia madrileña sería dramática para el PP y la exigencia de Ciudadanos, aunque obligue a los populares a cerrar filas, aumentará las tensiones internas, mientras algunos recuerdan una de las frases lapidarias de Giulio Andreotti, inspirada en otra de Churchill: «Hay amigos íntimos, amigos, conocidos y... compañeros de partido». Cifuentes se escuda en la conspiración socialista contra ella, y puede tener algo de razón, pero tampoco puede eludir que, como decía Juan de Mairena, heterónimo de Machado, «la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero». Núñez Feijóo, en Sevilla, lo resumió con un «la respuesta es fácil, sí o no. Si no tiene el máster, ha mentido». Y si lo tiene y se lo regalaron, es lo mismo. Ha metido al PP en un lío. Y si encima ha mentido, todavía más.
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