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Opinión
Poner dineros donde ponían boca
No podía ser más gráfico el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque al afirmar en Onda Cero, minutos antes de su juramento en Zarzuela, que es ahora cuando se accede a la gestión de gobierno y al manejo de muy acotados presupuestos para repartir los trigos prometidos, cuando toca demostrar si pueden ponerse dineros donde antes lo que se ponía era la boca. La frase del más mediático ministro encaja casi a la perfección con su negociado, pero es extensiva a todo el Ejecutivo marcado por la debilidad de un insuficiente grupo parlamentario y esta es la primera razón por la que el sesgo político del equipo de Sánchez va a prevalecer sobre otra consideración. Parece haber un acuerdo más o menos común en que la elección del elenco que compone el nuevo Ejecutivo no está desde luego mal tirada, en contra de algunos vaticinios que lo dibujaban como previsiblemente pinturero y encaminado al postureo. Lo que aquí supura, en claro contraste con el perfil del Gobierno saliente de Rajoy, es una verdadera y auténtica carga política ya saben, esa que siempre se ha situado como necesaria para afrontar con la fibra muscular bien tensionada futuros o puede que cercanos compromisos electorales.
A Rajoy siempre se le reprochó la obstinación por recurrir a perfiles «Dastis» o «Escolanos» quizá cuando, ya superada a satisfacción la titánica tarea de sacarnos de la crisis económica, lo que tocaba era reforzar el flanco político. Se daba por hecho que muy a regañadientes el expresidente acometería esa tarea según se acercasen los comicios municipales y autonómicos, pero ocurre que en política y máxime cuando solo se dispone de 134 escaños no siempre se pueden marcar los tiempos y mucho menos fiándose de según qué socios. El Ejecutivo de Sánchez cubre poco más de un fin de semana de vida, pero la declaración de intenciones parece clara; poner sobre la mesa una supuesta idea programática que no se podrá cumplir y llegar a la definitiva prueba de las elecciones generales –que Sánchez marcará cuando convenga– con un elenco de iniciativas de relumbrón que no habrán podido sacarse adelante y pidiendo una mayoría suficiente para acometer lo que no permitían 84 escaños .
El gobierno socialista propondrá modificar o derogar medidas clave como la reforma laboral o la que llaman «ley mordaza» probablemente con escaso éxito junto a otras iniciativas, porque aquí no contará con los mismos consensos que tumbaron a Rajoy y éstas serán las grandes excusas para acudir a las generales pidiendo a los ciudadanos esa nueva mayoría, «présteseme amigo elector el apoyo necesario para acometer lo que no me ha permitido la matemática parlamentaria». No parece mal cálculo dando por hecho que además acompañará eso que tan bien se le da al PSOE y tan mal al PP como es la política de los gestos, de los golpes de efecto y de un postureo que puede ser criticable, pero que aleja o mantiene la atención de los focos allá donde interesa. No siempre es la economía, a veces ¡es la política, estúpidos!
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