Opinión

Mayor techo de gasto es mayor suelo impositivo

El Gobierno socialista de Pedro Sánchez quiere expandir el tamaño del Estado. Esa es la mercancía (averiada) que nos vende a todos la socialdemocracia: un sector público cada vez más dadivoso en materias tan variadas como la educación, la sanidad, las pensiones, la dependencia, la investigación científica, la cultura, la vivienda o las infraestructuras. ¿Quién puede oponerse a que los ciudadanos disfruten de mayores servicios sociales en todo aquello que se considera necesario para gozar de una buena vida? Sucede que nunca se remarca suficientemente que lo que el Estado nos da con una mano nos lo quita con la otra: el gasto público, por muy social que éste sea, jamás adopta la forma de maná caído del cielo. Tarde o temprano, se termina pagando de un modo u otro: o con más impuestos o con más inflación.

En la Eurozona, el control de la política monetaria se halla en manos del Banco Central Europeo, motivo por el cual los gobiernos son incapaces de recurrir a la inflación (no al menos a gran escala) para financiar sus desembolsos públicos (y menos mal que no pueden: basta con fijarse en el desastre económico en que se ha convertido Argentina por abusar de la inflación monetaria como mecanismo de financiación de las Administraciones Públicas). Por ello, a los gobiernos europeos que desean gastar más no les queda más remedio, al menos a medio plazo, que recaudar más, esto es, que subir los impuestos (ése es, de hecho, el contenido del famoso Pacto de Estabilidad y Crecimiento suscrito por todos los miembros de la Eurozona). En este sentido, pues, cuando gobiernos como el de Pedro Sánchez se lanzan a prometernos subidas del gasto lo que, en última instancia, nos están realmente prometiendo son subidas de impuestos. No otra cosa es lo que estamos experimentando durante los últimos meses: un alud de agravamientos impositivos –subida de las cotizaciones sociales a los autónomos y a los trabajadores cualificados, impuesto a las tecnológicas, impuesto a los bancos, incremento del tipo de Sociedades para grandes empresas, recargo tributario sobre el diésel o armonización al alza del Impuesto sobre Sucesiones– que responden esencialmente al capricho político de poner fin al control del gasto. No en vano, el Gobierno socialista comunicó ayer su decisión de incrementar el techo de gasto de la Administración Central del Estado en un 4,4%, hasta alcanzar los 125.064 millones de euros: un crecimiento de 5.230 millones de euros, el mayor en cuatro años. 5.230 millones más de gasto que, como decimos, terminarán siendo 5.230 millones más de impuestos. Los aumentos del techo de gasto son, en última instancia, aumentos del suelo de los impuestos: cuantos más recursos le encomendamos al Estado que gestione, más recursos le estamos autorizando a que nos extraiga. Los gobiernos no deberían sacar pecho por dilapidar lo que no es suyo, sino por ser austeros con lo ajeno. Es decir, no por aumentar el techo de gasto, sino por reducirlo.