Opinión

Hígado graso y estilo de vida

“El hígado es un órgano al que se suele denominar la fábrica química del organismo, pues tiene la misión de producir una serie de sustancias que el cuerpo necesita. También se encarga de depurar los compuestos tóxicos que entran en el organismo, principalmente, a través del tubo digestivo”, explica Raúl Andrade Bellido, portavoz de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

El facultativo aclara que cuando el manejo que hace el hígado de la grasa del organismo es incorrecto, acaba depositándose en él. “En muchas personas, esa grasa provoca una inflamación del hígado y finalmente el hígado se pone enfermo”, apunta.

Síndrome metabólico e hígado graso

Los principales factores de riesgo de hígado graso son las alteraciones englobadas en el denominado síndrome metabólico.

En este sentido, los especialistas del Colegio Americano de Gastroenterología detallan que el síndrome metabólico se caracteriza por “diabetes o prediabetes, sobrepeso u obesidad, elevación de los lípidos sanguíneos como el colesterol y los triglicéridos, además de hipertensión”.

Sin embargo, puntualizan que no todos los pacientes con hígado graso presentan todas las características del síndrome metabólico.

El hígado graso “es un trastorno que no sólo afecta al hígado sino que influye en la salud general del organismo. Puesto que es una expresión más del síndrome metabólico. Los pacientes con hígado graso tienen más riesgo de desarrollar cáncer y enfermedad cardiovascular”, precisa el doctor Andrade Bellido.

En lo relativo a la repercusión que la enfermedad tiene sobre el propio hígado, el especialista explica que el depósito de grasa inflama el hígado.

“En muchos pacientes esa inflamación va progresando y se van produciendo cicatrices en el hígado. El problema deriva en una cirrosis y algunos pacientes con cirrosis desarrollan también cáncer de hígado”, describe.

En este sentido, indica que el hígado graso puede provocar la misma enfermedad hepática avanzada que otras causas de enfermedad del hígado como las hepatitis virales.

“Por ejemplo, el virus de la hepatitis C, si no se corrige, puede provocar una cirrosis en muchos de los pacientes contagiados. Con el hígado graso ocurre igual”, comenta.

No obstante, el especialista subraya que entre los pacientes con hígado graso, hay personas “que tendrán una enfermedad más leve, no progresiva y que se caracterizará por los depósitos de grasa pero habrá poca o muy poca inflamación”, destaca.

El doctor Andrade Bellido comenta que el hígado graso es la enfermedad hepática más común en occidente.

Razas e incidencias

“Aproximadamente el 20% de los adultos a partir de 30 o 35 años podría tener hígado graso, según los distintos datos que hay en Europa y en occidente. Sin embargo, no todos presentan una enfermedad agresiva, pues el porcentaje de pacientes con una enfermedad hepática agresiva es bastante más bajo”, manifiesta.

Además, el especialista afirma que, aunque el hígado graso es una patología del adulto, también se está viendo en niños debido a las dietas hipercalóricas y al consumo de una gran cantidad de azúcar.

Según datos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (Ciberehd), una de cada tres personas adultas padece hígado graso en España, “una enfermedad asintomática, causada por la acumulación excesiva de grasa en el hígado, que también afecta a uno de cada diez niños sin ser conscientes de ello”.

Los especialistas del Ciberehd recalcan que existen factores de riesgo que predisponen a padecerla como el sobrepeso, la obesidad, la diabetes o elevados índices de colesterol o triglicéridos.

“La incidencia de esta patología es muy elevada y se espera que en los próximos años aumente debido a los malos hábitos de la población”, destacan.

Además, hay algunos grupos étnicos que son más propensos a tener hígado graso. Esto ocurre, por ejemplo, “entre los hispanos en Estados Unidos. Asimismo, en México hay una alta prevalencia de hígado graso, una predisposición mayor que otras etnias. Los asiáticos también tienen una propensión al síndrome metabólico, con un tipo de obesidad específica que les hace tener mayor incidencia de hígado graso que otras etnias y que, además, es más agresivo”, describe el doctor Andrade Bellido.

Medicamentos en estudio

El experto añade que también hay “una mutación de un gen que se asocia al hígado graso. Estas alteraciones genéticas se producen en todas las razas pero con distinta frecuencia”.

El especialista subraya que para quienes hayan recibido un diagnóstico de hígado graso, lo principal es corregir los trastornos metabólicos asociados.

“Si el paciente es diabético, debe controlar muy bien la diabetes. Normalmente, la diabetes tipo 2, que es la diabetes del adulto, se asocia al sobrepeso. Así, si se hace una dieta baja en calorías, se practica ejercicio y se reduce el peso, mejora también la diabetes. Todo ello lleva a la mejoría del hígado graso”, manifiesta.

El facultativo explica que en la actualidad hay muchos fármacos en desarrollo con el objetivo de prevenir la progresión de la enfermedad.

“Son fármacos orientados al propio hígado para reducir la inflamación y la fibrosis. Todavía están en fase de estudio, por lo que aún no se pueden utilizar en la práctica clínica”, detalla.

“Por el momento, no hay un tratamiento farmacológico específico para reducir la grasa en el hígado o para revertir la enfermedad. Lo que hay que hacer es corregir, en la medida de lo posible, todos los factores de riesgo”, concluye.

Efe