Opinión
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Los golpes de Estado no son retransmitidos en directo por televisión, excepto en Cataluña. Lo de Tejero fue la sangre fría de un cámara que anuló el piloto rojo dejando funcionando su herramienta hasta que un guardia rompió la lente de un culatazo. Tras el referéndum ilegal y de polichinela, escrutado con ábaco, el 27 de octubre del año pasado el Parlamento de Cataluña, con medio aforo, declaró formalmente la República Independiente de Cataluña, sin anestesia. No nos contaron aquel aquelarre: todo el que quiso pudo ver en vivo aquella flagrante rebelión que aún jueces o políticos de guardarropía dudan entre galgos o podencos, sedición, con fuerza o sin ella, o robo de una cartera en el Metro o excarcelación e indulto para los descuideros de un hurto de poca monta. Desde entonces, y pese a un 155 como placebo, el secesionismo catalán incrustado en las instituciones autonómicas (pese a un voto constitucional mayoritario) se encuentra en abierta rebeldía contra la Constitución, el Tribunal que la garantiza, el Supremo, el Gobierno de la nación, la forma del Estado y hasta contra el orden público. Solo acatan los fondos estatales para pagar las farmacias.
El Gobierno se constituye allá donde se reúne, como las cortes medievales donde estuviera el Rey y se reúne donde le pete, sea en Barcelona o en Bollullos del Condado, pero la cita catalana no servirá para que los independentistas (ojalá no tenga que reunirse el Gabinete en el Tibidabo que está más protegido) sientan el poder legítimo del Estado y si tendrá utilidad para que Sánchez y sus ministros comprendan, al fin, que media Cataluña está sufriendo una largamente inducida alucinación colectiva en la que España es potencia colonizadora y ocupante, y hay neuropatías solo solubles en el paso de las generaciones. Otro 155 no es deseable, a menos que integrara a los Mossos en la Policía Nacional o en la Guardia Cilvil, desmantelara TV3 (como la valenciana) y aplicara de verdad la inexistente Inspección Educativa, asuntos que la clase política no quiere abordar. Nuestros iluminados del noreste soñaron primero con Quebec, luego con las danesas islas Feroe, después con Kosovo, con Escocia y hoy regresan a la tragedia balcánica con Eslovenia. Pirandello y sus personajes en busca de un autor.
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