Opinión
La torna de la guerra
Cunde entre nosotros un antimilitarismo facilón quizá porque la guerra civil tuvo efecto de vacuna y porque en nuestra localización geográfica carecemos de amenazas reales directas y el gasto en Defensa lo consideramos inútil fanfarria devoradora de partidas sociales. Durante la guerra de Secesión el general William Tecumseh Sherman, al frente de la caballería de carga, desarrolló la guerra total, la brutalidad de la tierra quemada, y en su marcha hasta el Atlántico arrasó las Carolinas del Norte y del Sur y Georgia, destruyendo haciendas civiles y cultivos, robando ganado, retorciendo vías férreas, puentes, hospitales, templos, poniendo fuego a Atlanta hasta sus cimientos y el puerto de Savannah hasta sus pavesas. Le preguntaron por ella y fue sincero: «La guerra es el infierno». Bautizaron con su apellido un célebre carro de la IIGM. Nadie erige un discurso pro armamentista y hasta las guerras tenidas por moralmente justas son un fracaso, pero eso que el nada sospechoso Presidente Eisenhower llamó complejo militar-industrial tiene su torna como si se avergonzara de su letal producción. Las legiones romanas idearon el torniquete (hoy neumático) como el pastelero Nicolás Appert calentó víveres en botellas selladas ha pedido de Napoleón, avanzando en el enlatado de alimentos. La cirugía aceptó a madame Curie y sus rayos gracias a la matanza de la Gran Guerra, como las exigencias de la guerra posterior aceleraron el plasma sanguíneo. El microondas nace de necesidades militares y el GPS lo fue por los primeros satélites castrenses.
Los avances en traumatología fueron acelerados por la proliferación de heridas terribles como otrosí las prótesis. Las gafas de sol o la adopción del femenino reloj de muñeca por los hombres con leontina. Internet es una exigencia bélica transferida a la sociedad civil tal como la tracción a las cuatro ruedas. Mejorar el presupuesto de nuestro pequeño Ejército crea puestos de trabajo cualificados, desarrolla tecnología, la importa y exporta productos. En su «Sobre la paz perpetua» Kant pretendía declarar ilegal cualquier guerra, desconfiando del género humano, y el Ejército solo ha desaparecido en Costa Rica. La galaxia de izquierdistas y separatistas ha callado sabiamente ante los nuevos números cuando no hay ni Presupuesto. Margarita Robles milita en la minoría seria del Gobierno.
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