Opinión

«Vox populi»

Desaparecida la censura Vargas Llosa pudo tildar de huevón a un general peruano contra el criterio del Ministerio de Información y Turismo. Un par de editores desavisados y oportunistas creyeron ver en la libertad de expresión un hueco de mercado para la Prensa amarilla (por tiras cómicas sobreimpresionadas en ese color) tal como los tabloides británicos, alemanes o estadounidenses. El diario «Libre» se estrenó titulando muy suelto de cuerpo y a cinco columnas en primera: «Maricones en el Ministerio de Cultura», por una reyerta de funcionarios homosexuales. Duró exactamente dos días en los quioscos. Un segundo intento menos sicalíptico alcanzó una semana de ventas y se creyó que la sociedad española no consumía papel amarillista. Los sociólogos determinaron que el sensacionalismo amarillo se refugiaba en la llamada Prensa del Corazón, que es un músculo como lo que se entiende por amor es una enajenación mental transitoria (Ortega), donde pían remuneradamente famosos que lo son por aparecer en las televisiones que les hacen famosos. El amarillismo extremo echó raíces en el entretenimiento de alguna televisora e, irremisiblemente, en las redes sociales. En democracia la extrema derecha fue una gavilla de policías políticos desocupados y falangistas analfabetos de la «revolución pendiente». Blas Piñar, émulo del paracaidista padre de la niña, obtuvo su propio y único escaño. La izquierda adujo que el franquismo se cobijaba en la Alianza Popular de Manuel Fraga obviando que fueron ministros y jerarcas franquistas quienes dieron por finiquitada la dictadura. Hoy Vox es el pretexto para corear la arribada de un fascismo inexistente. Dentro de la Unión Europea el agotamiento intelectual, primero de la Democracia Cristiana y después de la Socialdemocracia, abrió espacios a derechas, más o menos extremas, en Italia, Hungría, Polonia, Austria..., pero democráticas y constitucionales, tal como en Grecia o España se ha puesto bajo palio a la Extrema Izquierda poniéndoles moqueta que pisar. En Estados Unidos el Ku-klux-klan es una organización legal de inocencia democrática mientras no demuestre lo contrario. Tras la IIGM se acuñó el lema de «Un fantasma recorre Europa: se llama comunismo». Ahora se agita el ectoplasma del fascismo porque una derecha radical ha sacado cabecita en unas elecciones territoriales. Vox no es «Vox Populi» y menos «Vox Dei».