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Opinión
El gamberro y el noble jefe
Vergüenza nacional. Un vídeo muestra a un grupo de adolescentes burlándose de un anciano a los pies del monumento dedicado a Lincoln. Los alumnos del instituto católico de Covington, en Kentucky, bromean y cantan mientras uno de ellos, Nick Sandmann, sonríe a pocos centímetros del rostro de Nathan Phillips. El hombre perteneciente a la tribu Omaha y veterano de la guerra en Vietnam, recita impertérrito sus cantos tribales. Parece sacado de una canción de Johnny Cash. Indio, ex combatiente y viejo. El «underdog» de manual. Los periodistas, horrorizados, hablarán luego del comportamiento incivilizado de los estudiantes. Yo mismo cabeceo avergonzado. Horas más tarde Sandmann trataba de explicarse en un comunicado difundido por la cadena CNN. Había recibido amenazas de muerte y había sido fusilado varios miles de veces en los camposantos de internet. Nunca quiso burlarse. Si le vemos sonreír mientras el otro canta es porque «quería que supiera que no iba a enojarme, a intimidarme ni a ser provocado». «Soy un cristiano fiel y un católico practicante», añade «y siempre trato de estar a la altura de los ideales que me enseña mi fe: ser respetuoso con los demás y no hacer nada que pueda desencadenar un conflicto violento». Pero lo mejor estaba por llegar, cuando aparece un vídeo de 1 hora y 46 minutos. En el que apreciamos que los estudiantes comenzaron a cantar y saltar mucho antes. Como respuesta a los insultos racistas que les estaba dedicando un grupo de predicadores fundamentalistas afroamericanos pertenecientes a un grupo llamado Israelitas Hebreos. A esos los conozco bien. Viví en Harlem y sé hasta qué punto profesan en el odio. Aunque una estudiante de Columbia, Kaya Taitano, le comentó a la CNN que los adolescentes del colegio católico habían entonado cánticos a favor de Trump y el muro, el nuevo vídeo, completo, exhibe sin cortapisas los venenosos ladridos de los predicadores. 15 minutos más tarde llega Phillips. Camina hacia los estudiantes y arranca a cantar en sus narices. Cualquiera diría que buscaba un buen vídeo, un buen meme, un titular. Fogonazos de la vida política en EEUU. Entre la sima fecal de las redes sociales y los juicios sumarísimos de unos periodistas que animados por la lógica simpatía que despiertan los supervivientes del gran genocidio contra las naciones indias sentenciaron a los adolescentes del colegio católico sin reparar en el comportamiento poco conciliador del jefe Phillips.
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