Opinión
Das Furstenhaus von Thurn und Taxis
La ruta de la seda o el descubrimiento castellano de América fueron chisporroteos de una globalización entonces ni siquiera intuida y no fueron singladuras únicas ya que en el siglo XVI los primero barones, luego condes y finalmente príncipes alemanes de la casa Das Fursyenhaus von Thurn und Taxis, cerveceros y constructores de castillos, tuvieron una idea nada genial pero sí elemental en tiempos de la tracción a sangre: el transporte por Europa de correo, personas y bienes hasta lograr el monopolio del servicio en el Sacro Imperio Romano-Germánico, llegando a colocar su apellido en el luminescente del techo de los vehículos de servicio personal en todas las direcciones de los puntos cardinales. Ya se sabe que el continente americano no es ejemplarizante para todos los usos y costumbres pero en aquel, el galicismo «remise» remite a un taxi de condiciones y atenciones personalizadas, indiscutidas e indiscutibles, que no confrontan económica o laboralmente a los del «tacho» (los primeros eran pura lata y asemejaban al «tacho» de la basura) con los remiseros. En Francia el chaleco amarillo surgió por la fiscalidad del gasóleo decretada por Macron (Sánchez ha criminalizado este combustible) y los taxistas de Barcelona y Madrid lo han adoptado como si fueran a tomar La Bastilla, con las malas relaciones públicas de la violencia encorajinando a sus propios clientes, muchos y dolorosos argumentos personales y un completo desconocimiento de que su modelo de negocio es agónico ante las nuevas tecnologías (ocurre lo mismo con la Prensa) y que lo que a la postre les duele es la semimafiosa compraventa de licencias contra la que si deberían protestar. Y los remiseros se irán, pero volverán, y tendrán su asiento fiscal en el país que les pete, como «Ryanair» lo tiene en Dublín, porque la globalización e, incluso, la Unión Europea tienen incómodas contraprestaciones. Taxis y remises conviven en Europa y América sin rozarse los chasis, lo que denota que Gobierno, autonomías y municipios se pisan los pies en España incapaces de ordenar este quilombo anterior al teléfono móvil y al radio-taxi. Como claman los amarillos importados el taxi podría llegar a desaparecer como servicio público y esforzado puesto de trabajo, y así será si no adaptan su modelo de negocio, de lo que nadie habla.
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