Opinión
El bucle comunista
Horadado por los propios alemanes del Este el Muro de Berlín, y autodestruido en Europa el socialismo real, el catedrático de Economía Política por la prestigiosa Universidad Johns Hopkins de Washington DC, Francis Fukuyama, publicó en 1.992 «El fin de la Historia y el último hombre», en el que daba por acabado el conflicto ideológico entre los bloques de poder y la preeminencia de la mentalidad liberal en la política, la economía y las relaciones sociales. Libro muy jaleado por los periodistas y prontamente olvidado por los intelectuales influyentes que continúan amnésicos ante el hecho de que la Guerra Fría la perdió la URSS y la ganó el despreciable occidentalismo. En la destructiva centuria pasada, la utopía comunista que ofrecía pan a cambio de libertades siempre se impuso por la fuerza, y la cantada Revolución de Octubre no consistió en una marea de masas o una votación sino en un golpe de Estado militar urdido por Trotsky con la guarnición de Petrogrado, los marinos y las milicias contra el Gobierno provisional del socialista Kerensky reunido en el Palacio de Invierno. Lo de Tejero, pero con ampulosidad soviética. Ni en Moscú ni en La Habana parió nadie al nuevo hombre comunista que exigiría a cada cual según sus capacidades y satisfacería a los demás según sus necesidades. Hoy, con razón, se detestan el fascismo, el nacional–socialismo o las dictaduras de los uniformados, pero se otorgan cien años de perdón a los nuevos y apolillados neocomunistas, bajo disfraces variopintos y geometría variable, como si hubieran pasado por el siglo XX sin romperlo ni mancharlo. El siglo XXI será el del estrechamiento de la sima entre las rentas o no será, pero el nuevo socialismo que puja es tan viejo como el populismo de Pericles, V antes de Cristo, que se enriqueció levantando la Acrópolis y el Partenón cobrando comisiones. La defensa de las libertades individuales y los derechos del hombre siempre tropieza con pícaros y perillanes apostados en su bucle y retrepados en la máxima leninista de que la violencia es la partera de la Historia. ¿Qué ha hecho Maduro ahora que no haya perpetrado desde que llegó dinásticamente al Palacio de Miraflores? Los ultimátum a Maduro no implican una acción coercitiva mientras no se explique por qué le votan en elecciones fraudulentas y a tiro de pistola.
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