Opinión

La guerra del fin del mundo

El general más macho de Iberoamérica fue el Presidente y mariscal paraguayo Francisco Solano López quien en la mitad del XIX declaró la guerra tan solo a Brasil, Argentina y Uruguay. Solano y su único hijo menor de edad murieron en combate y fue tal la matanza de varones que en Paraguay mudaron las costumbres de la naturaleza y las mujeres fértiles buscaron de poblado en poblado ancianos para intentar reproducirse. Estos sucesos fueron frecuentes en la Iberoamérica postcolonial y Mario Vargas Llosa los relató con maestría literaria y conocimientos castrenses en «La guerra del fin del mundo», desgarramiento cívico-militar en el nordeste brasilero. Nicolás Maduro, botarate a las órdenes de su esposa Cilia y del militar golpista y Presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, está recurriendo en discursos y entrevistas obsecuentes a lo que sabe hacer: el más rancio bla-bla de la Guerra Fría y la consigna del Ché de uno, dos, tres Vietnam en el subcontinente. Estados Unidos solo ha invadido su patio trasero por Nicaragua, la isla de Granada y Panamá, la errónea y detestable Doctrina de Seguridad Nacional fue abandona ha tiempo y hasta cerrada la Escuela de las Américas, y ni los más debeladores de Trump dan por posible que su Presidente intente desembarcar en Venezuela. Ni por el petróleo de Maracaibo. El crudo venezolano es sucio, precisa de doble y caro refino, y EE.UU. no lo vierte en su consumo sino que lo almacena como reserva estratégica. Esa apelación a armar a cincuenta mil civiles ha de preocupar, principalmente, a los sufridos venezolanos, incluidos los chavistas informados. Globalizar las consecuencias de un Narcoestado, Estado fracasado, garito de perillanes incompetentes dados a la indolencia del populismo, involucrando a China, Rusia, Turquía, México, sirve para abrir telediarios cuando no hay noticias. A la postre Castro se parapetó medio siglo con el bloqueo y el patria o muerte, venceremos. Como al panameño Noriega a Maduro habría que detenerle y juzgarle por hacer de Venezuela carretera del narcotráfico hasta el Golfo de México. O amnistiarle y traerle de relator de las negociaciones entre el Reino de España y la República Catalana. Venezuela no será invadida ni por Colombia.