Opinión

Manual de insistencia

Cuando los dinosaurios poblaban la tierra un prestigioso crítico teatral de «ABC» cuyo nombre no hace al caso escribió minimalistamente su comentario sobre el estreno en El Español de una obrita de un novel dramaturgo con influencias posteriormente devorado por el tiempo: «Ayer se estrenó tal obra de fulano de tal. ¿Por qué?». La misma interrogante cabe a la publicación de «Manual de resistencia» atribuido al Presidente del Gobierno. Esa máxima de que el que resiste gana fue popularizada por nuestro Nobel, Camilo José Cela, aunque es más vieja que el polvo y se remonta al estoicismo de Aulo Persio Flaco, año 62 bajo Nerón, y usada tanto por luminarias como perillanes. Irene Lozano, Secretaria de Estado para la España Global, autora de la obrita que firma su jefe, podía haber mejorado el título como «Manual de insistencia» porque Pedro Sánchez más que un heroico resistente es un intento insistente desde baloncestista, ignorante de que el undécimo mandamiento de la ley de Dios es no ser pesado. El opúsculo debe ser leído como una tabla de logaritmos, en diagonal, en método de lectura rápida, buscando la nomenclatura para hallar infidencias y velados rencores como los destinados a Susana Díaz, ya que el representado como memorialista denota ojeriza a los suyos. Ni Napoleón, ni Hitler, Stalin, ni los principales presidentes estadounidenses o británicos dejaron memorias tras su paso, a excepción de Julio César en su «Guerra de las Galias», el general De Gaulle, en un sonoro francés de léxico infinito, o Winston Churchill en un enfático inglés shakesperiano que le valió el Nobel de Literatura para no otorgarle el de la Paz. De nuestros Presidentes demócratas solo Sánchez se ha atrevido a un memorial conversado y de coyuntura debido a la péñola de una fámula «negra». Nada criticable. El siglo XVIII resultó una explosión de «negros» en las letras francesas. Alejandro Dumas esperaba impaciente la llegada de su escribidor con el folletón del siguiente día y recibió recado de que el tal había fallecido inesperadamente. Desesperado abrió su puerta a una llamada ante un caballero con papeles. «¿Quién es usted?/ Yo soy el “negro” de su “negro”». ¿El por qué de aquel crítico teatral?: barato pasquín electoralista de los de arrojar a la piscina de Umbral.