Opinión

Rehabilitados al poder

No hay noticia de la posible rehabilitación de Caín, ya que el Libro no da fe de él tras su destierro al Este del Edén. La rehabilitación, laboral, ética, la reconciliación con nuestros hermanos, con nosotros mismos, es asunto tan íntimo que no es legislable ya que abarca desde el politeísmo al nihilismo y echa sus raíces en la necesidad de re-ligarse, recuperar el contacto perdido con algo superior que dé sentido a la máxima de Albert Camus: «... el hombre nace, sufre y muere». Aquel existencialismo no dio respuestas, aunque valoró el estoicismo, y ya miles de años antes, el hinduismo incluyó como deidad la ausencia de Dios. Para gatear sobre la rehabilitación o recuperación de códigos de conducta, habría que releer a Dostoyevski en «Crimen y castigo» y zambullirse en los infiernos metales de Raskolnikov, ególatra, asesino confeso de dos ancianas, y su presunta regeneración en Siberia. Tal nudo gordiano, imposible de deshacer, salvo a espadazos, siempre contingente, que puede ser o no ser, lo metimos graciosamente en la Constitución recordando a Concepción Arenal y su sabio consejo: «Odia el delito y compadece al delincuente». En la legislación anglosajona no se borra el estigma de Caín y los antecedentes penales te persiguen hasta el óbito. Ahí está Isabel Pantoja, a quien Estados Unidos no da visa. En ciudades británicas o estadounidenses, las páginas web municipales dan nombre y dirección de los condenados por pederastia, e ídem, de violadores convictos. Es una barbaridad o una variante de la cadena perpetua, y más inicua que la «prisión permanente revisable» para crímenes aberrantes y que tanto hieren la sensibilidad de las izquierdas y de las feministas que creen en la rehabilitación. No se rehabilita quien quiere sino quien puede y más de los deseables ni pueden ni quieren. La genética, la fisiología y los impredecibles caminos de las interconexiones neuronales, pesan más que la bonhomía y lo políticamente correcto. Que la cómplice de una conspiración para asesinar, cumplidos siete años de treinta, pueda ser alcaldesa por Podemos de Ávila es legal. Debería pensar la candidata si es legítimo para ella misma y sus vecinos.