Opinión
Sánchez, el paro y el realismo mágico
Gabriel García Márquez representa, sin duda, la cumbre del realismo mágico iberoamericano. El autor de «Cien años de soledad» explicaba con frecuencia que él tan solo había novelado lo que veía. Felipe VI, en su etapa de Príncipe de Asturias, asistió a decenas de tomas de posesión de presidentes de países, desde México a Chile o Argentina. Nunca ha trascendido nada, pero el Rey y su equipo presenciaron infinidad de episodios insólitos. Años después, alguno de los presentes en aquellos actos comentaría que «García Márquez y los autores del ''boom'' no han inventado nada, incluso se han quedado cortos». El realismo mágico, cuya máxima exuberancia se asocia al Caribe, sin embargo, también tiene raíces españolas, gallegas sobre todo. Valle Inclán está al fondo, pero «La saga/fuga de J.B.», de Torrente Ballester, es una novela incluso más mágica que la que narra la historia de Macondo y las peripecias de la familia Buendía.
Pedro Sánchez es un «resistente», pero su carrera política –hacia la cumbre– rezuma realismo mágico, como la política española de los últimos años, ininteligible sin el gallego ejerciente Mariano Rajoy, que cerró su etapa de Gobierno con una sobremesa interminable, que ahora –entonces callaron– critican algunos de sus ministros. Celia Villalobos, realismo mágico andaluz, resumió en una frase a Susanna Griso, en Espejo Público de Atresmedia, la crisis del PP: dos mujeres peleadas por el favor de un hombre. Eludió los nombres, pero hablaba de Cospedal, Sáenz de Santamaría y del mismo Rajoy.
El realismo mágico de la política española explica que Sánchez y su todavía Gobierno celebren como grandes éxitos el crecimiento de la economía española –cierto– y el descenso del paro –también cierto– mientras envían a Bruselas con nocturnidad su Programa de Estabilidad, y que todos sus adversarios políticos –de uno a otro extremo– pongan en solfa esos mismos datos. Sánchez pretende gobernar, con los apoyos que consiga, y gastar más, pero algo no cuadra. Tendrá votos para políticas que Bruselas no aceptará, pero si cumple con los compromisos europeos es difícil que sume escaños para aprobar, por ejemplo, los Presupuestos. Ahora celebra el descenso, muy notable, del paro, que ha bajado en 91.518 personas, aunque la mayoría, 81.074, son temporales de la hostelería. Ayer, Casado, tras visitar a Sánchez en La Moncloa, sugirió que Ciudadanos se abstenga para investir al líder del PSOE. Impensable. Rivera repite todos los días que no pactará con el actual inquilino de La Moncloa, aunque tras las elecciones del 26-M todo es posible en la España del realismo mágico político.
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