Opinión

El rey Pedro y el premio de Iceta

P edro Sánchez es de los que no da puntada sin hilo. España es una monarquía parlamentaria, pero muy presidencialista. Los poderes del Jefe del Gobierno –el título es Presidente– se acercan en la práctica, con algunos matices, a los de un Jefe de Estado con capacidad ejecutiva, como los de Francia, Estados Unidos o Rusia, por ejemplo. Sánchez, apenas una semana después de ganar las elecciones, ha convocado y recibido en el palacio de la Moncloa a los líderes de los otros tres grandes partidos. Los críticos más feroces del líder socialista han calificado la iniciativa como un intento grosero de quitarle protagonismo al Rey y, de alguna manera, aparentar que incluso ejerce funciones similares. Es posible que Sánchez, en las formas, haya sido algo descortés con Felipe VI, aunque hay precedentes, pero su heterodoxo proceder también evidencia que algunos usos políticos españoles quizá sean decimonónicos.

La Constitución confiere al Rey la prerrogativa de proponer presidente del Gobierno, tras realizar consultas con los partidos representados en el Congreso. Además fija cuándo y cómo debe hacerlo. La aplicación de la letra constitucional significa que, en el mejor de los casos, hasta pasado un mes de la celebración de las elecciones, el Rey no recibe a los líderes políticos y solo a partir de entonces propone presidente. Es la norma y hay que cumplirla, pero en el siglo XXI, cuando dos horas y media después del cierre de las urnas, se conocen los resultados, hay plazos que son de otra época. La formas y los protocolos son esenciales en democracia, pero si Sánchez puede reunirse en una semana con el resto del líderes, nada justifica que algo no cambie para que el Rey no deba esperar un mes antes de poder recibir a nadie.

Sánchez, por alguna razón, ha tenido prisa en verse las caras con Casado, Rivera e Iglesias y escenificarlo. Ha enviado tres mensajes, que él es y será el Presidente, que reconoce a Casado como líder de la oposición y que pactará con Iglesias, aunque madurará su paciencia. El inquilino de la Moncloa esperará el resultado que obtenga Unidas Podemos en las elecciones europeas, autonómicas y municipales para ceder más o menos a los podemitas. Mucha prisa para unas cosas y poca para otras. Mientras, con Iceta al frente del Senado, proclama que no habrá otro 155. Premia al líder del PSC, pero los que conocen bien a Sánchez sugieren que también es una manera muy amable de aparcarlo en un lugar para personajes ilustres. El rey Pedro que no da puntada sin hilo.