Opinión

Perverso obispo

El Obispo Emérito de San Sebastián – el otro Emérito falleció recientemente–, monseñor Uriarte Goricelaya, ha solicitado al Estado Español que pida perdón por haberse sobrepasado en la lucha contra el terrorismo etarra. Casi mil inocentes asesinados, niños entre ellos, miles de mutilados y heridos, familias destrozadas, ciudadanos secuestrados, empresarios chantajeados a cambio de sus vidas, todos ellos pertenecientes al Estado, están obligados a pedir perdón a sus asesinos terroristas. Lo ha dicho Consuelo Ordóñez, la infatigable y valiente hermana de Gregorio Ordóñez, que no se corta un pelo. «Uriarte es peor que Setién, y siempre estuvo del lado de los verdugos».

En un principio engañó. Sustituyó a Setién después de unos años al frente del obispado de Zamora. Expresión bondadosa y sonriente. Ser obispo en Zamora es tarea sencilla, por ser diócesis lejana al terrorismo y la violencia. El Obispo de Zamora es un pastor que pasa desapercibido hasta en sus mismos feligreses. Pastor de rebaño tranquilo y sosegado. Pero en San Sebastián, Uriarte Goricelaya se destapó y sin perder la falsa bondad de su mirada, se alineó sin complejos en el entorno de Batasuna y la ETA. Setién, al menos, tuvo el coraje de no simular sus simpatías, de agrietar sin complejos sus relaciones con las víctimas, de no esconder sus preferencias, y de eso saben mucho Consuelo Ordóñez y María San Gil. Uriarte participó como protagonista en la comedia y la farsa, hasta que al fin, ya descubierto su papel, adoptó su visceral y complaciente complicidad con el separatismo del PNV y los que movían los árboles, en palabra de Arzallus, para recoger los frutos caídos. Casi mil frutos caídos. Buena cosecha.

Creo que Su Santidad el Papa Francesc haría bien en amonestar a su Obispo Emérito de San Sebastián, pero no albergo esperanzas al respecto. El Papa Francesc, que no visita España porque no hay paz, termina de nombrar Arzobispo de Tarragona a un sacerdote separatista, supremacista y faltón con los feligreses no nacionalistas de su parroquia. Una designación rara, si me permiten la levedad en la adjetivación. Colgó la Señera estrellada de la torre de su campanario y a quienes protestaron por su acción política les mostró la salida del pueblo. «Si no os gusta, cambiar de pueblo, que hay muchos». Fue cuando el Papa Francesc lo eligió para arzobispar Tarragona. Me ha salido un invento semántico, un verbo nuevo de lo más logrado. Arzobispar.

Monseñor Uriarte Goricelaya, tío de la letrada batasuna y defensora de los terroristas etarras Jone Goricelaya, ha pedido al Estado Español que pida perdón a la ETA por haberse propasado en su lucha antiterrorista. Soy un declarado y firme opositor a la pena de muerte, pero también un declarado y firme defensor de la justicia. Los casi noventa terroristas que fallecieron an acciones enfrentadas a la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza, no fueron ejecutados por la espalda, con un coche-bomba o un disparo en la nuca. Cayeron en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad del Estado, que cumplieron con su deber de defender a la sociedad de los criminales. Entre guardias civiles –los más–, miembros del Cuerpo Nacional de Policía, militares, Ertzaintza y policías municipales, más de quinientas vidas truncadas por los etarras. Y ahora, sus familiares, como parte de la sociedad del Estado Español, tienen que pedir perdón a quienes han arruinado sus vidas y destrozado sus ánimos. Vaya con el señor Obispo Emérito de San Sebastián.

Soy católico, apostólico y romano. Muy deficiente. Creo en el mismo Dios que Setién, Goricelaya, el Papa Francesc y el arzobispo de Tarragona. Y le pido perdón –a Dios, por supuesto–, por solicitar de vuelta a su solicitud a monseñor Uriarte Goricelaya que se vaya a tomar vientos, que es fórmula respetuosa y a espaldas de la grosería que está a punto de doblegar mi intención, y que por supuesto, omito.

Ya está bien, perverso obispo.