Opinión

El canario y la prima de riesgo

Pedro Sánchez vive en el nirvana del éxito electoral –incluye cuatro años más de alquiler en La Moncloa–, servido en bandeja por Iván Redondo. El presidente sueña con rematar la faena en las municipales y autonómicas, pero sobre todo en la Comunidad de Madrid, en plena Feria de San Isidro. Además, espera enviar el mayor número de diputados socialistas al Parlamento Europeo. Todo parece sonreirle, salvo el posible rechazo del Parlamento catalán a Iceta, aunque en la política catalana siempre todo es posible hasta el último momento. Sánchez, no obstante, el día 27, tras la jornada electoral del 26, empezará a mostrar sus verdaderas intenciones.

La ministra de Industria en funciones, Reyes Maroto, avanzó ayer en Bilbao que el próximo Gobierno quiere aprobar los mismos Presupuestos para 2019 que ya tumbaron los independentistas catalanes. Es decir, Sánchez, diga lo que diga Iglesias sobre largas negociaciones, espera formar Gobierno pronto. Y no hay nada descartado, porque los más radicales del PSOE –que los hay– abogan por ministros de Unidas Podemos. En cualquier caso, es difícil que esos Presupuestos entren en vigor antes del verano, y aunque hay fórmulas, la retroactividad de los impuestos es complicada. Por eso, el gran hachazo fiscal, al que se sumarán los de otras comunidades, llegará en 2020. Todo coincide con el repunte de una vieja amiga –que tantos dolores de cabeza dio a Zapatero y a Rajoy–, la prima de riesgo. Ayer tonteó con los 108 puntos, espoleada por la italiana, disparada porque el Gobierno transalpino no descarta que el déficit se desboque otra vez por encima del 3%.

La historia reciente de la prima de riesgo española es muy sugerente. La víspera de las elecciones estaba en 110 puntos. Los mercados entendieron que Sánchez gobernaría con Rivera, la bolsa subió y la prima de riesgo empezó a bajar con fuerza, hasta los 95 puntos –13,5%– el 3 de mayo. Desde entonces, cuando quedó claro que no habría pacto PSOE-Cs, inició una subida ininterrumpida, que puede seguir y si las tensiones regresan a los mercados –el PIB alemán vuelve a crecer y el respiro de Trump a China es temporal–, obligaría a España a un gran ajuste fiscal, es decir, más impuestos y menos gasto o ambas cosas. El economista socialdemócrata José Carlos Díez advierte que sería una operación de riesgo para un Gobierno con 123 diputados y sin Rubalcaba, mientras explica que la prima de riesgo será el canario en la mina que avisa de un escape del letal grisú. Atención.