Opinión

Gallinas en funciones

España es el amigo cobarde de los Estados Unidos. Su cobardía y su falsedad en la amistad la inició Zapatero, cuando ordenó la retirada del contingente militar español de Irak. Ahora, el Gobierno, un Gobierno en funciones, ha ordenado la «retirada temporal» de la fragata «Méndez Núñez» del Grupo de Combate del portaaviones «Abraham Lincoln». Los socialistas se creen que las Fuerzas Armadas son parte de una ONG, que los acuerdos militares internacionales, papel mojado, que nuestros marinos títeres de sus caprichos y que nuestra industria naval, tan fuerte y tan poderosa, puede prescindir de la construcción de veinte fragatas F-100, la joya de Navantia. Dice la Celáa que «Trump» es imprevisible. Los que son imprevisibles son Sánchez, Margarita Robles, Borrell y la Celáa.

Nuestros marinos se sienten avergonzados, pero la disciplina está por encima de su vergüenza y su tristeza. Resulta sospechosa la orden cuando la navegación del Grupo de Combate se aproximaba a las costas de Irán, la teocracia que financia a Pablo Iglesias, a Podemos, a sus medios de comunicación, a sus chalés en la sierra y a sus caprichos personales. El otro financiador, Venezuela, está esquilmado y su tirano asesino camino de su perdición.

Ha dicho Margarita Robles que ha ordenado al comandante de la «Méndez Núñez» que abandone el Grupo Naval y ponga rumbo a Bombay para que la dotación de la fragata española pueda ejercer su derecho al voto el 26 de marzo. A pesar del enfado de la Marina de los Estados Unidos, se han oído grandes carcajadas en el Pentágono al analizar semejante majadería. –Nos vamos porque se nos había olvidado que los marinos también votan y les hemos preparado un colegio electoral en Bombay–. Como si no estuviera previsto el ejercicio de ese derecho con anterioridad a la partida de la «Méndez Núñez» de su base en España. «El problema de los Gobiernos socialistas españoles es que son militarmente gallinas», dijo con injusticia un alto militar americano cuando la chapuza maricona de Zapatero. Olvidó decir que un ministro socialista de los Gobiernos de Felipe González, García Vargas, fue el gran impulsor de la presencia militar de España en operaciones de guerra y de paz internacionales, en las que España alcanzó un enorme prestigio de efectividad, heroísmo y seriedad que hoy, un Gobierno socialista en funciones, ha decidido poner en entredicho.

Me gustaría saber cuántos trabajadores de Navantia se disponen a votar al PSOE y a Podemos. Años de trabajo asegurado se pueden disolver en diez minutos. Pero volviendo al honor de nuestros marinos me dispongo a intentar una matización. Los marinos de nuestra Armada no se retiran, simplemente han acatado con estupor una orden irresponsable, porque su honor y dignidad se afirman en la obediencia debida. Se han ido, pero no se han retirado. Los que se han retirado con deshonor, indignidad, vileza y cobardía son los responsables de emitir la orden.

El comandante de la «Méndez Núñez», capitán de fragata don Antonio González del Tánago, explicó en el pasado mes de abril el contenido de su misión, que no era otro que «proporcionar capacidad de defensa al portaaviones “Abraham Lincoln”, llevar a cabo distintos objetivos de seguridad marítima y garantizar la libertad de navegación y comercio». Lo de votar en Bombay ha sido, pues, una ocurrencia nueva, una disculpa para disfrazar la falta de seriedad y de criterio de las gallinas en funciones.

Sucede que el desprestigio afecta a España como nación y a España como aliada leal de Occidente. Y perjudica, no sólo a Nuestra Armada, sino al resto de los Ejércitos, los de Tierra y de Aire. Somos unos aliados discrecionales, sometidos al capricho de nuestros gobernantes. Nuestra palabra , que vale más que un acuerdo, se pondrá en duda de ahora en adelante. Y son los mejores españoles, los militares y guardias civiles –también presentes en operaciones en el exterior–, los que más podrían padecer la desconfianza de nuestros aliados.

Felipe González, presidente del Gobierno, socialista, y administrador de 202 escaños en 1982, de los primeros actos institucionales que presidió fue con motivo de su visita a la todavía División Acorazada Brunete, que formó completa en su honor. Las Fuerzas Armadas no tienen partido al que obedecer, sino a España para servirla. Algo de eso tendría que saberlo o intuírlo quienes hoy representan al pueblo español mandando sobre la decencia militar. Pero no. Lo contrario. Palabra falsa y deslealtad cumplida.

Las gallinas ponen huevos, pero el honor se escapa a sus cacareos.