Opinión
Salvaje hijoputa
El 11 de diciembre de 1987, la banda terrorista ETA, por orden del llamado «Josu Ternera», malnacido José Antonio Urruticoechea, explosionó un coche-bomba frente a la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Aprovecharon que salían los niños, los hijos de los guardias civiles hacia el colegio para causar más dolor. Once muertos, seis niños entre ellos. La Justicia española, tan criticada por los santones europeos, no es sólo la más garantista del mundo libre, sino también la más idiota. El gran asesino, el hijoputa de Ternera, con posterioridad a su crimen masivo, fue diputado en el Parlamento vasco por Euskal Herritarrok, marca de la ETA, y ¡¡¡Presidente de la Comisión de Derechos Humanos!!! del citado Parlamento. En 2002 , cuando fue citado por el Tribunal Supremo por su condición de parlamentario aforado, no se presentó y huyó a Francia. Se le ha visto y sorprendido en diferentes lugares, pero hasta ayer no se produjo su detención en una acción combinada de la Guardia Civil y la Gendarmería francesa. Eran las 7 de la mañana y Ternera se disponía a acudir a una cita hospitalaria. Se sabía que su salud no pasa por sus mejores momentos, y que el cáncer de su alma ha hecho metástasis en su cuerpo. Se dice que la Guardia Civil llevaba reclamando la autorización política para detener al huido desde un decenio atrás, que seguía sus pasos, que no comprendía la dejación del poder Ejecutivo en su interés por detenerlo. Fue contertulio en Suiza de Rodríguez Zapatero para alcanzar el acuerdo definitivo de la disolución de la ETA y el encargado de leerlo en público. Y ese gesto de falso arrepentimiento fue agradecido con la libertad. Se trataba de un huido que no huía de nadie porque el Gobierno de España no estaba dispuesto a perseguirlo. Más vale tarde que nunca. Lo fundamental es que de los dos miserables depredadores de la ETA, ya sólo resta en libertad Iñaki de Juana Chaos, que vive en Venezuela vendiendo vinos a los pocos venezolanos que pueden comprarlo y consumirlo.
Vaya por delante mi entusiasta felicitación a la Guardia Civil. Si de ellos hubiera dependido, Ternera estaría preso desde hace muchos años. No me interesan las conjeturas y sospechas oportunistas. Ha sido capturado y le esperan las consecuencias judiciales de sus terribles asesinatos. Su delicada salud está en situación estable y no se esperan por parte de la Justicia flores de misericordia. Su detención la han interpretado algunos desde la óptica electoralista, y creo que erróneamente. Sánchez se sostuvo durante su «okupación» gracias, entre otros, a los apoyos parlamentarios de Bildu, Bildu es la heredera política de la ETA, el corral de Otegui, y no creo que a Otegui le haya complacido la detención de su íntimo amigo y compañero de perversidades, Urruticoechea. Tampoco habrá caído bien la noticia de su detención en algunas esquinas de Podemos, ni en determinados chalés serranos.
Estos terroristas de las extremas izquierdas que huyen, lo hacen de sí mismos. Y eligen lugares de retiro de millonarios. Mucho me gustaría saber de qué y a costa de quienes ha vivido Ternera durante sus diecisiete años de presumible fuga. El gran problema, el terrible dilema, es que puede haber vivido de nuestros impuestos, de las liquidaciones efectuadas en el Tesoro Público por los padres, tíos y hermanos de los niños asesinados. La política es muy retorcida y en ocasiones, asquerosa.
Para vivir bien sin trabajar, tratarse en hospitales franceses y suizos, comer todos los días y tener un coche a su disposición para sus desplazamientos, hay que recibir una buena cantidad de dinero durante los diecisiete años de la complaciente huida. Le espera un futuro también de gorra, pero no en lugares tan agradables como los que, gracias a la Guardia Civil y los gendarmes, se ha visto obligado a abandonar. Urruticoechea, cuando las familias de los guardias civiles asesinados y de los niños y niñas destrozados por el coche-bomba lloraban sus muertes sin esperanza de consuelo, se dejaba retratar con su hija, a la que dedicaba dulces y suaves carantoñas. El hijo salió al padre y estuvo en la ETA, lo detuvieron, y la verdad, nada me importa su actual paradero. Pero sigo en mis trece con los dineros. ¿Quién ha mantenido a Ternera estos últimos diecisiete años?
También –todo es posible-, podemos hallarnos ante un segundo caso Bolinaga. Juzgado y condenado, un certificado médico puede abrirle las puertas de la cárcel por su condición terminal. La enfermedad en fase terminal de Bolinaga se prolongó más de cuatro años, de los que pasó un alto porcentaje de sus horas en los bares de chiquiteo de Mondragón y las «Herriko Tabernas». Una situación terminal muy alejada del término. Pero en fin. Poco más que decir.
Uno de los mayores hijoputas de la España de entresiglos, entre el XX y el XXI ha sido detenido. Su futuro no me preocupa. Pero me siento feliz sabiendo que los familiares de sus víctimas han celebrado la detención. Su alegría es la mía.
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