Opinión
La larga marcha del Ibex y Podemos
Pablo Iglesias, que tiende a precipitarse en momentos decisivos, ya se ve en el Consejo de Ministros, porque «es de sentido común». En España, los últimos ministros comunistas fueron los del Gobierno de Juan Negrín, y le hicieron la vida imposible. El líder de Unidas Podemos no se lo pondría más fácil a Pedro Sánchez, que lo sabe y preferiría eludir ese cáliz. El voto en contra de los podemitas en la Mesa del Congreso a la suspensión de los diputados presos es el primer ejemplo. Meritxell Batet no ha tenido un estreno cómodo al frente del Congreso. Habrá más problemas. Los que conocen a Gerardo Pisarello, el que fuera número dos de Ada Colau y ahora secretario primero del Congreso, advierten sobre qué pueda hacer el día que el Rey inaugure la legislatura. De momento, ha quitado la bandera de España de su despacho. Iglesias no quiere repetir los errores de 2015 cuando vendió la piel del oso antes de cazarlo, con exigencias desorbitadas para investir a Sánchez, aunque la impaciencia le delata. Esta vez, sin embargo, puede tener, aliados insospechados. Ana Botín en visperas electorales reclamaba un pacto social y acuerdos entre distintas fuerzas políticas. La presidenta del Santander, como otros grandes del Ibex, confiaban en un acuerdo Sánchez-Rivera, que ahora se antoja imposible. «El banquero –el empresario– tiende a ser gubernamental» decía en los albores de la transición José María Aguirre Gonzalo, entonces presidente de Banesto. Quiza por eso, ahora en el Ibex hay quiénes no verían mal a Unidas Podemos en el Gobierno, siempre que cedieran en sus planteamientos más radicales. Carteras a cambio de moderación, en pro de la estabilidad. Tan posible como peligroso. La larga marcha del Ibex y Podemos.
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