Opinión

La aldea gala y el triplete fallido

Tuvieron un sueño, como Luter King. Madrid iba a enterrar a Pablo Casado. Albert Rivera ya había encargado trajes nuevos de jefe de la oposición y enviaba mensajes de que abriría las puertas a los desertores anunciado del Partidos Popular. Pedro Sánchez buscaba hueco en la Moncloa para instalar una sala de trofeos y colocar el triplete: Gobierno de España y de la Comunidad de Madrid y victoria en las elecciones europeas, con el añadido de que Carmena, con el apoyo del PSOE, seguiría al frente del Ayuntamiento de Madrid. Pablo Iglesias, por último, se ofuscaba con ese ministerio que pensaba que tenía en las manos. Cuando despertaron, Casado y el PP no solo habían sobrevivido, sino que Madrid era su aldea gala, que le daba fuelle para cuatro y mas años. No hay duda, el jefe de la oposiciòn es y será el líder del PP. Albert Rivera, una vez más, no solo no ha logrado el «sorpasso» y la primogenitura del centro derecha, sino que se ha quedado lejos, muy lejos. Venderá cara su derrota, porque sus votos son necesarios para que ni Carmena ni el PSOE controlen el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Incluso intentará que le cedan uno de los dos Gobiernos madrileños. Sin embargo, aunque lo consiguiera –el PP podría ser generoso e iniciar la recuperaciòn de los votantes de centro perdidos–, se quedará con la amargura de otro gastillazo y ya van muchos. Rivera también tiene por delante cuatro largos años como segunda fuerza del centro derecha y ningún líder es eterno, sobre todo si una y otra vez se queda a las puertas de todo y no remata la faena.

Pedro Sánchez, como el Barça, aspiraba a su propio triplete. No ha obtenido el premio gordo, pero es otro de los ganadores de la jornada electoral de ayer, aunque algunas apuestas personales –como Pepu Hernández– no hayan salido como esperaba. El PSOE, en cualquier caso, ha obtenido una victoria contundente en los comocios europeos, ha consolidado el poder autonómico que tenía y el balance municipal, con matices, tambíén es positivo. Además, Iglesias y Unidas Podemos se han dado un batacazo importante y ahora tienen menos fuerza para imponer condiciones, incluida la entrada en el Gobierno, que no está descartada, pero sí más difícil. El histórico cainismo de la izquierda comunista aflorará enseguida y el liderazgo de Iglesias estará en almoneda. Pablo Casado ha sido confirmado como líder de la oposiciòn. Rivera tendrá que buscar un hueco secundario y Pedro Sánchez, ahora sí, tiene la oportunidad de gobernar para casi todos y, si se templa, también podrá recuperar votantes de Ciudadanos. Aprovecharlo o que pase de largo, como diría Serrat, ya solo depende de él. El bipartidismo sufre, pero no ha muerto. Tuvieron un sueño y cuando despertaron, Rivera e Iglesias tropezaron con una autocrtica pendiente. Sánchez, aunque satisfecho, rumiaba el triplete fallido, y Casado y el PP celebraban que la aldea gala madrileña ha resistido.