Opinión

Sánchez coquetea con la «grandeur»

Pedro Sánchez, tras la cena con Emmanuel Macron en el Elíseo, adornada con las dosis justas de «grandeur», está exultante. Ha comprobado que tiene un hueco importante, en Europa. La Unión Europea, con la Italia de Salvini al borde del precipicio económico –la prima de riesgo italiana se acerca a la griega–, está muy interesada en que haya estabilidad en España. Eso significa que ayudará al futuro Gobierno de Sánchez, que dará una de cal y otra de arena, pero no se alejará demasiado de la ortodoxia. Nadia Calviño «es muy feliz como ministra», pero hasta podría aspirar a una vicepresidencia –incluso económica– en la Comisión Europea que, por otra parte, es su hábitat más natural. Europa, ahora mismo, es una de las gandes bazas del líder del PSOE, que tampoco se olvidará de José Borrell.

Ahora, la única preocupación de Pedro Sánchez es salvar su investidura. Lo conseguirá, no sin equilibrios, incluso insólitos, pero luego espera gobernar con cierta comodidad. Pablo Iglesias no puede plantear grandes exigencias y tampoco los independentistas y Casado y Rivera, con Abascal al fondo, tienen pendiente cada uno solventar lo suyo. Todo es más «líquido» después de las elecciones del 26-M.

Todo es posible también. Empresarios catalanes en la XXXV Reunión del Círculo de Economía que preside Juan José Bruguera, en donde Torra siguió con su matraca de siempre e Iglesias con la suya, defendían en los corrillos de que Manuel Valls apoye a Ada Colau para que siga en el Ayuntamiento. Habrá más pactos en teoría contra natura. Sánchez tiene sus preferencias, pero en los equilibrios autonómicos y municipales, aunque incondicional con sus colores, puede hacer de espectador. El líder del PSOE ultima su investidura, pero acaba de acercarse a la «grandeur» y le ha gustado.