Opinión

Invitados borrachos y «riverismo» más

Javier Ybarra, hijo de Javier Ybarra, asesinado por ETA en 1977, es también autor de «Nosotros los Ybarra» y un observador agudo del escenario español, condensado en pequeños comentarios, llamados «perritos calientes», que distribuye entre varias docenas de amigos influyentes con periodicidad aleatoria. Parroquiano del restaurante Mariano de Húmera (Madrid), muy cerca de donde vive el líder de Ciudadanos que también es cliente, describe –por personaje interpuesto, un tal Ezcurdia– «el Riverismo» como «el asalto al PP a crol, braza y mariposa con Cayetana como quinta columnista».

Manuel Conthe, que fue secretario de Estado de Economía en tiempos de Pedro Solbes y más tarde presidente de la CNMV en época de Zapatero–dimitió porque no pudo abrir un expediente a Enel yAcciona cuando oparon a Endesa–, ha explicado en «Expansión» que simpatizaba con Ciudadanos hasta que Rivera se «atara al mástil» de la oposición visceral a Pedro Sánchez e incluso al PSOE.

Conthe, experto en los mercados e intelectual altivo, acude a la teoría de Benjamín Arditi, politólogo mexicano coincidente con Podemos, para explicar el papel de los populismos –de izquierdas y de derechas– y los nacionalismos. Arditi, que escribe en inglés, publica en la Edimburg University Press y está en la estela de Laclau –inspirador de Iglesias, Monedero y también Errejón–, apunta que los populistas pueden ejercer el papel del invitado con unas copas de más que molesta a los anfitriones, que procuran poner paños calientes a sus impertinencias, pero que también dicen lo que nadie se atreve a decir. Defiende que, por eso, pueden ser útiles. Coincide con los alemanes –también citados por Conthe– Robert Huber y Christian Schimpf, que concluyen lo mismo sobre los «invitados borrachos» –populistas– en la Unión Europea.

Ezcurdia, el sosías de Ybarra, ve capaz a Rivera, en su objetivo de liderar la derecha, de «promover una guerra civil dentro del PP, manteniéndolo en la oposición madrileña», si es necesario. Cree que el líder naranja –Casado no está inmunizado– actúa a veces con mentalidad de «ingeniero» sin la reflexión humanista que precisa la política. Huber y Schimpf también admitían la utilidad de los «invitados borrachos», pero advertían de su peligro si llegan al poder y quieren poner en práctica sus ideas. Ahí están Vox, Colau y Podemos –sobre todo Iglesias–, que reclaman ahora puestos en los Gobiernos. ¡Ojo!