Opinión

Vox, miedo, honor, interés y Tucídides

El Rey Felipe VI, en el mundo instantáneo del siglo XXI, ha conocido, por fin, con qué líderes políticos debe hablar para proponer candidato a la presidencia del Gobierno. Han tenido que pasar ¡cinco interminables semanas! para que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, informe oficialmente al jefe del Estado del resultado electoral del 28 de mayo, hace una eternidad. La democracia es, también, el respeto escrupuloso a las formas y a los procedimientos que, sin embargo, deberían adecuarse a los tiempos. Alfonso XII, tatarabuelo de Felipe VI, inaguró solemnemente las Cortes –por primera vez en su reinado– un 15 de febrero, de 1876 tras unas elecciones celebradas el 20 de enero, poco más de tres semanas antes.

Casi siglo y medio después –143 años– no solo el Rey tarda mucho más en enterarse del resultado electoral, sino que todavía no existe previsión cabal de cuando habrá nuevo Gobierno. España, mientras tanto, sobrevive en medio de una parálisis político institucional, que se remonta a finales de 2015, con abundantes asuntos pendientes, algunos urgentes: las cuentas públicas, las pensiones, la educación y el enquistado asunto catalán, son sólo algunos de los desafíos que aguardan un Gobierno con capacidad de gobernar –y para casi todos– y tenga «lo que hay que tener» para adoptar las medidas necesarias, aunque sean impopulares.

El Rey, por fin, ya puede llamar a los líderes políticos, mientras, al fondo, Vox, con arrogancias de otra época, lanza como advertencia un órdago en Andalucía con una enmienda a la totalidad de los Presupuestos. Al mismo tiempo, Ciudadanos anuncia con solemnidad que ni negociará ni participará en Gobiernos –autonómicos y municipales– con Vox o con Podemos, aunque parece que aceptaría hacerse alguna foto con unos y otros. El ofrecimiento de Manuel Valls a Ada Colau –versión Barcelona de Podemos– no está claro donde queda. Rivera (Ciudadanos) y Abascal (Vox), es obvio, están nerviosos. Ambos han quedado muy lejos de sus expectativas y pueden perder sus órdagos. El PP obtendrá beneficios o sufrirá daños colaterales, pero la pelota está el tejado de Vox y también de Ciudadanos.

Un profesor americano ha puesto de moda a Tucídides y su Guerra del Peloponeso para entender el siglo XXI y la bronca USA-China. Para el historiador griego la política tenía tres componentes: miedo, honor e interés. Descartado el miedo, los órdagos de Vox y Ciudadanos, que claro no son lo mismo, destilan honor e interés, pero muchos de sus votantes no entenderían ciertas decisiones. En la Zarzuela, un Rey del siglo XXI, trabaja con procedimientos del siglo XIX.