Opinión
Si Albert Rivera fuera alemán
Hans Dietrich Genscher (Reideburg, 1927–Wachtberg, 2016) fue un personaje central en la política alemana durante veinte años. Líder de los liberales germanos al frente del FDP, fue ministro del Interior entre 1969 y 1974 con el socialdemócrata Willy Brandt de canciller. Su sucesor, el también socialdemócrata Helmudt Schmidt, lo ascendió a ministro de Asuntos Exteriores y, más tarde, también a vicecanciller. Los liberales alemanes eran el partido bisagra que permitía que primero el SPD de Brandt y Schmidt y luego los conservadores de la CDU de Helmut Kohl alcanzaran la mayoría parlamentaria suficiente para gobernar con estabilidad. En 1982, Genscher, en un giro histórico, abandonó al SPD y dio su apoyo –y la mayoría– a Kohl y siguió en el Gobierno como vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores hasta 1992. Todavía hoy, mantiene el récord de 18 años seguidos al frente de la diplomacia de una democracia moderna. Genscher, durante esa época, se convirtió en una institución en su país, hasta el punto de que entre los políticos germanos circulaba la broma de que la Constitución de la República Federal de Alemania incluía un artículo, el dos, que establecía que el político liberal debía ser ministro de Asuntos Exteriores. El FDP nunca logró más de un 12 ó 13% de los votos y los escaños, pero durante casi un cuarto de siglo fue decisivo en la política alemana, con Genscher como impulsor de la Ospolitik y de la reunificación del país tras la caída del muro de Berlín. El FDP sufrió un traspiés en 2013 al quedar fuera del Bundestag, pero en las elecciones de 2017 resucitó y logró más de un 10% de votos y 80 escaños, aunque la «gran coalición» conservadores-socialdemócratas ya no le hace decisivo, aunque puede volver a serlo con su actual y joven –39 años– líder, Linder Christian.
Las comparaciones entre el FDP y Ciudadanos resultan inevitables y también la trayectoria de Genscher como ejemplo para un Albert Rivera que, sin embargo, según su entorno descarta todo lo que no sea despejar el camino hacia La Moncloa. Si Rivera fuera alemán, además de pactar con el PP en Andalucía, en el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad –si no lo hace su futuro es todavía más incierto–, tampoco desdeñaría la posibilidad –vicepresidente o no– de ser el gran estabilizador de la política española y enviar al desván del olvido a los radicales de Podemos y Vox. Pedro Sánchez tendría que hacerle un guiño, es cierto, pero el jefe de Ciudadanos también debería ponerse en suerte. Si Albert Rivera fuera alemán...
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