Opinión
Sánchez confía en los «escaños vacíos»
Adolfo Suárez, al frente de la UCD, ganó las elecciones de 1979 con 168 escaños. Le faltaron ocho para la mayoría absoluta. No tuvo grandes problemas y logró 183 votos favorables en investidura pero, por si acaso, en aquella sesión hubo diez escaños vacíos, 5 del PSOE, 3 de Herri Batasuna, 1 de Coalición Democrática (el grupo de Fraga) y otro del PNV. Su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, que tuvo que acudir a una segunda sesión de investidura –tercera si se cuenta la que interrumpió la asonada de Tejero el 23-F–, obtuvo la confianza del Congreso con 183 votos, pero aquel día también hubo 6 escaños vacíos, 3 de los batasunos, más 2 del PSOE y otro andalucista. Ahora en la Moncloa, mientras la pareja Iglesias-Montero decide, salvo sorpresa, cómo y cuándo cederá y cómo lo explicará, han expurgado estos precedentes –y también otros– y no descartan la hipótesis de que pudiera haber «escaños vacíos» que, en caso de necesidad extrema, facilitarían la investidura de Pedro Sánchez. Ahora hay voto telemático, pero nada es imposible. Hay más precedentes. En 1989, Felipe González fue investido con un Congreso de solo 332 diputados, porque las elecciones se anularon –y repitieron– en Murcia, Pontevedra y Melilla. Luego, tras la repetición, González planteó una moción de confianza, con el Congreso completo, que ganó sin problemas. El inquilino de la Moncloa confía en ser investido a mediados de julio y cuenta con Iglesias, que siempre ha sabido que no tendría ninguna oferta para entrar en el Gobierno. Es la ahora única opción, porque nadie espera que el bunkerizado Rivera, que cotiza más a la baja en el Ibex y fuera del Ibex cambie ahora de opinión. Todo depende de Iglesias, pero en la Moncloa otean «escaños vacíos», por si acaso.
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