Opinión

Entonces, ¿vamos a setas o a rólex?

Pedro Sánchez y Albert Rivera, más allá de su desamor actual, agotan el tiempo para decidir, cada uno por su cuenta, si al final «¿estamos a setas o a rólex?» El presidente en funciones, en las últimas semanas, mientras apuntalaba su figura de estadista por el mundo, procuraba escenificar un distanciamiento mas que brechtiano con Unidas Podemos y, sobre todo, con Pablo Iglesias. Casi al mismo tiempo, los estrategas monclovitas emitían guiños al PP de Pablo Casado y ponían en circulación la teoría –la política hace extraños compañeros de cama– de que, una vez cerrado en banda Rivera, no era imposible una abstención de los populares que permitiera la investidura de Sánchez. «En el PP son conscientes de que si Podemos no da la talla, les cae el marrón», apuntan desde la Moncloa. Rajoy soñó con la gran coalición, antes incluso del «no es no» de Sánchez. Casado, ahora, no puede llegar a tanto, pero ha ofrecido estabilidad, con condiciones, claro. Facilitaría, como hizo en su día el PSOE, los Presupuestos, a cambio de moderación fiscal. Ir más allá es imposible, lo que no impide que incluso en el PP pongan buena cara al oír hablar de gran coalición, con el matiz de que «PSOE y PP no están todavía maduros para un Gobierno de coalición», como comenta con naturalidad un jerifalte popular, también partidario de acuerdos de legislatura. La moderación fiscal, claro, es lo contrario de lo que reclaman Iglesias y compañía. Sánchez, ya al final del cortejo pre-investidura, deberá decidir qué prefiere, setas o rólex.

Albert Rivera está en una tesitura similar aunque diferente. Ha descartado pactar con el PSOE, la música que mejor suena a sus votantes. Tampoco cede para que Vox apoye, facilite o tolere gobiernos autonómicos PP-Cs. Mientras tanto, Inés Arrimadas da la cara un día sí y otro también con el riesgo de terminar abrasada. Los ultras de Vox son lo que son, pero están ahí y sus votos cuentan. Rivera, «el amado líder» como empiezan a llamarle los más críticos en su partido, debe decidirse. Coaliciones con el PSOE o acuerdos, se llamen como se llamen, con el PP y Vox. Otra vez, setas o rólex, aquel chiste de vascos, muy conocido, que quizá convenga refrescar. «Iban dos vascos por el monte en busca de setas y, de pronto, uno encuentra un rólex de oro en el suelo y se lo comenta alborozado a su compañero, que le contesta enfadado: «Patxi, a ver si nos centramos, ¿estamos a setas o a rólex?». Sánchez y Rivera, dos hombres, dos decisiones.