Opinión

El búnker de Rivera y la pista navarra

Pedro Sánchez pasó ya hace algún tiempo la página de la relación con Albert Rivera. El presidente y sus estrategas de la Moncloa creen que el líder de C's se ha encerrado en su propio búnker. Sigue empeñado en liderar el centro derecha, pero sus acciones cotizan a la baja. Lo explican en el Ibex, los mismos que en su día lo apoyaron, que no entienden cómo rechaza reunirse con el presidente del Gobierno, aunque esté en funciones. El Ibex, por cierto, que se entenderá con Sánchez, ha vuelto los ojos hacia Pablo Casado, con quien la sintonía es cada vez mayor. Rivera, además de estar bunkerizado, centraliza todo en su partido. En el PP, por ejemplo, han constatado que todo lo que negocian con C's –incluso si está de por medio Villegas– no es válido hasta el que líder naranja da su aprobación definitiva. Hay ya proyectos encima de la mesa para iniciar la reunificación del centro derecha, pero el obstáculo puede ser Rivera. Vox, como en Murcia, puede hacer descarrillar otros trenes autonómicos –Madrid es la gran batalla–, pero también supondría un coste enorme para C's, que empieza a estar en una posición insostenible. En Madrid los rumores evocan la figura de Carlos Espinosa de los Monteros, ex-presidente, por ejemplo, del Círculo de Empresarios, y padre del número dos de Vox, Ivan Espinosa. Defienden que si el hijo ha salido al padre el centro derecha gobernará Madrid, pero nadie lo garantiza. Hay en Vox un componente de creencias, también morales, por encima incluso del poder, tal vez algo inadvertido y con el que hay que contar. Mientras tanto, el pacto navarro de los socialistas de María Chivite con Geroa Bai y Podemos quizá ofrece una pista sobre la investidura de Sánchez. Sin embargo todavía no está hecha. Rivera, por ahora, sigue en el búnker.