Opinión

Putin

El jueves pasado el presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin permaneció más de dos horas en el Vaticano donde fue recibido sucesivamente por el Papa Francisco –casi una hora duró su encuentro– y el Secretario de Estado Cardenal Pietro Parolin.

Aunque sea la tercera vez que se reunían –la primera tuvo lugar en noviembre del 2013 y la segunda en marzo del 2015– esta última visita del «zar» ruso al Romano Pontífice había despertado un enorme interés. Según el insulso comunicado final –que destaca la «satisfacción por el desarrollo de las relaciones bilaterales»– entre los temas tratados figuraban las referencias a tres países: Siria, Ucrania y Venezuela. No era una sorpresa puesto que ya habían sido abordados por ellos en sus anteriores encuentros. Pero la situación lejos de mejorar ha empeorado.

Especialmente en Ucrania, en cuyas fronteras con la Federación Rusa se libra desde hace tiempo un enfrentamiento entre las comunidades católicas y las amplias minorías pro-rusas de religión ortodoxa. Es una de esas «guerras» de las que no se habla pero que producen enormes sufrimientos a la población. De hecho los días 5 y 6 se ha celebrado en Roma una cumbre sobre la Iglesia greco-católica ucraniana a cuyo frente está el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk y en la que han participado los responsables de la Congregación para las Iglesias Orientales y del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. En este contexto resultaba muy improbable que Putin pudiera invitar al Papa a visitar Moscú; invitación que, de hecho, no se ha producido.